La Universidad Complutense de Madrid (UCM) ha dado a conocer los resultados de un estudio que revela una realidad preocupante: uno de cada tres adolescentes entre 12 y 16 años se ha autolesionado sin intención de morir y cerca del 3 % ha intentado suicidarse en el último año. Esta investigación, publicada en la revista 'European Child & Adolescent Psychiatry', fue realizada por el grupo de investigación EPISAM de la UCM y analiza los factores que influyen en estos comportamientos, así como los perfiles de riesgo más frecuentes.

Dos perfiles de riesgo: sustancias y videojuegos

Los investigadores identificaron dos perfiles principales entre los adolescentes con comportamientos autolesivos:

  • El primero corresponde a adolescentes que consumen sustancias como alcohol, cannabis y tabaco. Este grupo presenta mayores dificultades emocionales, una impulsividad elevada y un riesgo más alto de repetir autolesiones no suicidas y de mostrar conductas suicidas. El estudio sugiere que el consumo puede ser tanto un desencadenante como una estrategia de afrontamiento ante problemas emocionales, lo que indica la necesidad de abordajes específicos en prevención.
  • El segundo perfil agrupa a adolescentes que utilizan videojuegos como forma de gestionar el malestar emocional. En este caso, la dificultad para regular emociones intensas, más que la impulsividad, se asocia directamente con la repetición de autolesiones e intentos de suicidio.

Diagnóstico temprano y prevención

Para María Arqueros, investigadora del Departamento de Medicina Legal, Psiquiatría y Patología de la UCM, estos hallazgos permiten avanzar hacia una intervención más precisa. “Saber que existen distintos perfiles de riesgo permite actuar antes de que se produzcan las autolesiones o intentos de suicidio, especialmente mediante el trabajo en regulación emocional y la prevención del consumo de sustancias”, señaló.

Por su parte, Adriana García, también investigadora del grupo EPISAM, subrayó que una de las hipótesis planteadas es que la relación entre consumo de sustancias y salud mental debe analizarse más a fondo, tanto como causa como posible consecuencia o forma de escape emocional. “Profundizar en esta relación permitirá diseñar estrategias más eficaces a largo plazo”, añadió.

Metodología del estudio

El estudio se desarrolló con una muestra de más de 1.500 estudiantesde educación secundaria de diferentes institutos madrileños. Los datos se recogieron mediante cuestionarios anónimos cumplimentados durante el horario escolar, con el consentimiento de los alumnos y sus tutores legales.

Los cuestionarios abordaban temas como el uso de sustancias, el tiempo dedicado a los videojuegos y el estado emocional de los adolescentes. Posteriormente, se aplicó un análisis estadístico avanzado de perfiles latentes (LPA) que permitió identificar subgrupos con comportamientos y riesgos similares.

Futuras líneas de investigación

El equipo investigador planea seguir a estos adolescentes a lo largo del tiempo para determinar si estos comportamientos son transitorios, persistentes o empeoran. Este seguimiento longitudinal será clave para comprender la evolución de los problemas de salud mental en la adolescencia y diseñar intervenciones más eficaces.

En un contexto en el que la salud mental juvenil se ha visto especialmente afectada en los últimos años, este estudio aporta una base sólida para desarrollar políticas de prevención y detección precoz, centradas no solo en los síntomas, sino también en los entornos de riesgo y los hábitos cotidianos de los adolescentes.