Esta investigación, que analiza por primera vez la prevalencia en este colectivo, revela que más del 71 % de los pacientes cumple con los criterios diagnósticos de trastorno por consumo de tabaco, un trastorno mental reconocido en el 'Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales' de la Asociación Americana de Psiquiatría. Además, el 65 % presenta un consumo activo y más del 40 % se encuentra en una situación clínica grave. Aun así, el 73 % nunca ha recibido tratamiento, psicológico, farmacológico o combinado para reducir o abandonar el hábito. "En salud mental, fumar no es un hábito residual, sino una adicción masiva y no tratada", ha señalado Ignacio Basurte, vicepresidente de la Fundación Patología Dual y uno de los autores de la investigación.
Mientras el tabaquismo se reduce en la población general, que en 2024 alcanzó su mínimo histórico con un 25,8 % de fumadores diarios, según la encuesta Edades del Plan Nacional sobre Drogas, en salud mental permanece prácticamente intacto. Ello abre una brecha de 50 puntos porcentuales entre ambos grupos, "una forma silenciada de inequidad sanitaria", ha criticado el psiquiatra.
Consecuencias para la salud y la esperanza de vida
El presidente de la fundación, Néstor Szerman, ha recordado que las personas con patología dual mueren, de media, hasta 15 años antes que la población general, debido en muchas ocasiones a causas relacionadas con el tabaco, como las enfermedades cardiovasculares, respiratorias o el cáncer.La fundación y la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD) piden que el trastorno por consumo de tabaco se integre sistemáticamente en los programas de salud mental y adicciones, con recursos específicos, formación profesional y protocolos actualizados.
Entre las opciones terapéuticas se incluyen tratamientos sustitutivos, tanto farmacológicos (chicles, parches de nicotina, comprimidos) como dispositivos electrónicos de administración de nicotina o las bolsitas de nicotina de uso oral. No se trata de opciones equivalentes entre sí exentas de riesgos, puntualiza el psiquiatra, pero en determinados casos "pueden facilitar una reducción progresiva del daño cuando la abstinencia completa no es viable a corto plazo".
La nicotina, explican, tiene efectos neuromoduladores sobre síntomas emocionales, cognitivos y conductuales, lo que explica su uso frecuente en pacientes con esquizofrenia, TDAH o trastornos afectivos. Sin embargo, insisten en que el problema clínico no reside únicamente en la nicotina, sino en su forma de consumo, en la ausencia de evaluación individual y en la falta de acompañamiento terapéutico.
Los especialistas reclaman una estrategia escalonada, centrada en la persona y basada en la evidencia, que combine la atención a la patología dual con el abordaje del tabaquismo. "El objetivo no es sustituir una forma de dependencia por otra, sino ofrecer alternativas intermedias, tratamientos sustitutivos, para aquellos que no pueden dejar de consumir de forma inmediata. Esto no significa renunciar a la cesación, sino reconocer que en salud mental el abordaje del daño también puede ser un primer paso hacia la recuperación", ha resaltado Szerman.