El país de la libertad, la igualdad y la fraternidad tiene aún una cuenta pendiente con su pasado. Eso es, al menos, lo que piensa la escritora parisina Anne Berest.

Según ella, Francia ha intentado borrar de su historia los años de la ocupación alemana, un periodo en el que al menos 77.000 judíos franceses fueron deportados y asesinados por el Tercer Reich.

"La sociedad francesa tiene muchos prejuicios sobre los judíos"

Ella cree que, tras la guerra, el país intentó dar carpetazo a todo lo que había ocurrido. Como si ignorándolo se pudiera borrar el horror cometido y sufrido. Algo así como poner en práctica el mantra que dice eso de que de lo que no se habla no existe.

El problema, dice Berest, es que cada francés y cada francesa esconden en su biografía una historia relacionada aquellos oscuros años. Pero, a pesar de ello, y sorprendentemente, "la sociedad gala tiene multitud de prejuicios sobre los judíos", zanja la autora.

El gran objetivo de Hitler

'La postal' es un granito de arena en la montaña de la redención. La historia de Ephraïm, Emma, Noémie y Jacques es la de todas esas personas que, de la noche a la mañana, sin ningún motivo, se convirtieron en el mayor enemigo de un asesino con bigote, porque exterminar al pueblo judío fue el primer y gran objetivo vital de Adolf Hitler.

Familias enteras que, engañadas, metieron en una maleta cuatro cosas justas para pasar fuera de casa un par de días... pero nunca más volvieron.

Sin embargo, este no es un libro más sobre el Holocausto. Quizás porque tras ese breve pero exhaustivo paso por la biografía de sus antepasados, Berest ambienta su novela en la Francia actual, en la que muchos siguen callando porque creen que hacer lo contrario supone reavivar una herida que todavía supura.

La misteriosa postal

A Berest no solo no le importa hacerlo sino que, además, lo hace voluntariamente. Su momento de inflexión fue, tal y como ella confiesa, el día en que su hija adolescente salió del colegio y le preguntó si eran judíos. Ella le dijo que sí, entonces la joven lo lamentó porque, decía, "en clase no gustan los judíos".

Esa frase la emocionó y la hirió, y le hizo volver al año 2003, cuando su madre recibió en su casa una postal anónima de la Ópera Garnier en la que sólo estaba escrita la dirección del destinatario (su bisabuela) y cuatro nombres: Ephraïm, Emma, Noémie y Jacques. Todos ellos fueron asesinados en Auschwitz.

Entonces se dio cuenta que, al igual que había hecho Francia, inconscientemente ella también había guardado en el fondo de un cajón la historia de su familia. De su familia judía asesinada. Y se sintió tan mal que se propuso averiguar quién les había mandado aquella postal a pesar de que ya hubieran pasado dos décadas.

Con ayuda de su madre, un detective privado y un grafólogo, Berest inició su investigación, que es la que queda reflejada en este libro que contiene una buena dosis de novela policiaca. Eso sí, todo lo que cuenta 'La postal' es real.