El día que decidimos, sin consultarlas a ellas, que lo mejor que le podía pasar a una mujer era ser madre cuidadora, abnegada y bondadosa creamos, en contraposición, un monstruo: aquellas que no encajen en ese perfil pertenecen al club de las madres terribles.

Un arquetipo que el crítico Javier Parra nos desmenuza en 'La madre terrible en el cine de terror' (Hermenaute, 2020), un ensayo cuyo origen es la tesina de fin de máster del autor.

La mala del cine de terror

Un personaje que el cine de terror ha sabido explotar, primero con personajes como la vampira y la femme fatal allá por los años 30 con películas como 'Vampyr, la bruja vampiro' de Dreyer hasta llegar a la madre de todas las madres terribles, a la que, curiosamente, no hemos visto jamás. No viva, al menos. Nos referimos a la madre de Norman Bates, el personaje que estableció el canon que seguirían otras películas: mujeres atormentadas cuya educación sobre sus hijos acaba convirtiéndolos en monstruos.

Porque ese es uno de los grandes poderes de estas mujeres: no es el que tienen ellas mismas, sino el que ejercen sobre sus pobres vástagos y estos sobre el resto de personas que tienen la mala suerte de conocerles.

Un arquetipo exclusivamente femenino

Un arquetipo que, sin embargo, no tiene su equivalente masculino. Según Parra, los hombres no han tenido a lo largo de la historia tanto peso en el hogar como las mujeres, por lo que no se ha creado este temor al hombre terrible.