Fue ecologista antes de que existiese el ecologismo, como dice María Hererros, la ilustradora del cómic 'Georgia O'Keeffe'. "Escribe que a ella le interesa mucho ese azul del cielo porque es algo que todavía estará allí cuando toda la destrucción del hombre haya terminado".

Amante de la naturaleza: la luz, los colores y las composiciones orgánicas, la obra de Georgia O'Keeffe fue muchas veces malinterpretada en "tiempos en las que las lecturas freudianas eran la moda, entonces se aplicaban este tipo de lecturas sexuales y de género a su obra".

La primera artista contemporánea

Contra la idea de que existe un arte de tipo femenino, la artista estadounidense mantuvo un firme control sobre su legado artístico. "Recomprar sus obras maestras, controlar que se decía de ella en las entrevistas, que fotografías quería sacarse o no, si quería sonreír o no. Fue pionera en darse cuenta de lo importante que es la imagen que se proyecta de un artista", cuenta Herreros.

Asertiva y dominante, ni siquiera su relación con el fotógrafo Joseph Stieglitz eclipsó su obra, alcanzando pronto la fama y el prestigio, acabó por recluirse en su rancho de Nuevo México, donde se sentía libre para pintar el desierto y sus formaciones rocosas.

La obra de O'Keeffe llega a España

"Ella escribía muchísimas cartas. Una media de 50 mil páginas", asegura la ilustradora. María Herreros, junto al Museo Thyssen Bornesmiza, rinden homenaje a la pintora en la primera retrospectiva que se hace de su obra en España.

Herreros nos cuenta cómo era O'Keeffe en esta novela gráfica, donde decidió "que todas las palabras de este cómic iban a ser de boca de ella". Así, 35 años después de su muerte, Georgia O'Keeffe vuelve para mostrarnos la belleza oculta de los pequeños detalles.