Charles Cullen, el apodado 'El ángel de la muerte', ha sido uno de los asesinos en serie más peligrosos de la historia de Estados Unidos.

La muerte fue precisamente parte de su vida desde que nació. Tenía 7 meses cuando su padre murió, y a los 17 años perdió a su madre. Vivió una infancia miserable y una vida marcada por su inestabilidad mental y sus múltiples intentos de suicidio.

Su interminable lista de asesinatos comenzó en 1987, con su primer trabajo en el centro Médico St. Barnabas en Livingston, Nueva Jersey. Fue ahí donde creó el patrón de todos sus crímenes. Tras ser contratado, seleccionaba a sus víctimas y les aplicaba dosis letales de fármacos. Cuando sus compañeros comenzaban a sospechar, renunciaba y buscaba un nuevo hospital para seguir matando.

Este sanitario y padre de dos hijas estuvo implicado en la muerte de más de 400 pacientes, aunque él reconoció 40 asesinatos. En el juicio, ni siquiera se atrevió a mirar a los ojos a los familiares de las víctimas. "Eres un cobarde", le dijo entre lágrimas la hermana de Mike Strenko, uno de los asesinados. "Arruinaste la vida de tu familia, de tus hijas y de muchas personas en esta sala del tribunal, ensangrentaste y manchaste a la profesión médica", decía en el juicio otro de los afectados.

Fue arrestado en 2003 y condenado en 2006 a cadena perpetua. Su historia, como la de otros asesinos en serie, nos aterra, pero también nos atrae. "Se debe en parte a la necesidad que tenemos de comprender por qué alguien llega a hacer algo así. Además, la bondad excelsa o la absoluta maldad nos causan fascinación, porque son anormales", nos cuenta la abogada y criminóloga Beatriz de Vicente. "Humanizar al monstruo no está mal, encontrar al ser humano que hay dentro no está mal, el problema no es empatizar, es imitar", añade.

Y esa fascinación que provoca el caso de Charles Cullen se cuenta en 'El ángel de la muerte', libro en el que se basa la película 'The Good Nurse' de Netflix.