Ricardo Moure
Editorial: La esfera de los libros
Año de publicación: 2025
Toda clase de metáforas nos acercan y separan, a la vez, del reino animal. Ser un animal puede ser tan bueno como malo cuando nos referimos a nuestras formas dentro y fuera de la cama. Porque la mayoría de metonimias que nos identifican con los animales. reconozcámoslo, son de índole sexual. Hacer las cosas como un mono puede significar imitación pero también denotar nuestra entrega al onanismo. Y ser un perro recordarnos nuestra vagancia o nuestra proactividad, si solo lo somos en el catre.
En 'Sexo salvaje' Ricardo Moure ahonda en la vida privada de los animales para recordarnos que no somos tan distintos
Si les incomoda el tono de este primer párrafo este libro no es para ustedes. Pero si ya salivan y jadean cual cánido de Pavlov quédense que hay muchas más anécdotas lascivas en el bestiario de Ricardo Moure.Sexo salvajeahonda en la vida privada de los animales para recordarnos que nosotros no somos tan distintos.
Palomas poliamorosas
Las vemos cabeceando y picoteando a diario en pueblos y ciudades. De ratas del aire al símbolo de la paz, las palomas han servido para identificar lo mejor y lo peor del espectro animalístico. Pero, ¿qué esconden? Las palomas utilizan a su favor lo mejor de la variedad genética que la vida moderna les ofrece.
Y, a pesar de que los machos conviven con una única pareja con la que comparten la crianza, su descendencia está mezclada con la de otros muchos machos y hembras para mantener la diversidad génica. En otras palabras, se entregan al poliamor. Porque, para Ricardo Moure, el sexo es mucho más que algo festivo. Este biólogo y divulgador nos habla de apéndices y comportamientos que estas especies aplican para asegurarse la descendencia.
Ojos azules y vaginas falsas
El dimorfismo sexual se centra precisamente en los rasgos que presentan de forma distinta machos y hembras en el mundo animal. Y, no se piensen, porque lo mismo ocurre con los humanos. Los primeros seres con ojos azules surgieron hace 10.000 años y ya conforman el 10% de la población mundial. ¿La razón? Este fenotipo se transmitió más fácilmente gracias a que los individuos que lo portaban conseguían diferenciarse y ser más atractivos.
Las hembras de geladas cuentan con una calva en el pecho que se asemeja a una vulva para atraer a los machos
Una incógnita que a Darwin le costó desentrañar en el caso de los pavos reales. El padre de la teoría evolutiva tuvo que buscar un razonamiento al hecho de que un pájaro bobo, recargado y sin casi instinto de conservación, lograse sobrevivir. El científico fue capaz de desarrollar una teoría que relacionaba su colorido plumaje con la capacidad para atraer a otros individuos para reproducirse.
Un rasgo que puede llegar a ser tan explícito como en el caso de las hembras de geladas, un tipo de babuino etíope. Las hembras de esta especie cuentan con una calva en el pecho que se asemeja a una vulva y que llega incluso a segregar un líquido viscoso que recuerda al de la lubricación para atraer a los machos.
Tetas, cerebros y nata
Y si leen pechos y se les va la cabeza a otros menesteres, Ricardo Moure tiene más material. ¿Sabían que el aumento de la grasa subcutánea está relacionada con el aumento de la masa cerebral? Los seres humanos empezaron a necesitar un extra de energía que se guardaba en forma de lípidos, especialmente en los pechos en el caso de las mujeres. Así que, en caso de duda, siempre la más sesuda.
El extra de energía que necesitaban los humanos se guardaba en forma de lípidos, especialmente en los pechos en el caso de las mujeres
Pero en la revolución sexual animal, la evolución no solo les ha hecho más atractivos. También les ha dotado con la capacidad de mantener a salvo la mayor cantidad genética, conservándola a veces en órganos especialmente diseñados para tal menester. Es el caso de las espermatecas que presentan algunos tipos de reptil y aves. Siendo estas últimas capaces de conservar el esperma de distintos individuos "durante días, meses e incluso años", explica el biólogo.
Porque no todo es naturaleza, también hay aprendizaje. En la década de los años 30, los ornitólogos ingleses descubrieron que las especies locales de carboneros habían aprendido a romper el sello de las botellas de leche que se entregaban a diario en las casas. La nata les permitía obtener la proteína animal suficiente para pasar los inviernos ya que esta especie no migra a latitudes más cálidas.
Los investigadores descubrieron que este comportamiento se había extendido en los años siguientes por imitación. Carboneros por toda Inglaterra rompían los sellos para alimentarse en un caso, poco común, de transmisión cultural e inteligencia aviar. También descubrieron que cuando no podían obtenerla por parte de los productos lácteos, lo hacían picoteando el cerebro de murciélagos e incluso otros individuos de la misma especie.
Sexo salvaje
En Sexo salvaje, Ricardo Moure nos presenta muchas más anécdotas animales que nos hablan de una infinita diversidad sexual, pero sobre todo nos cuenta una historia de atracción, fanfarroneo, roneo y consecuente intimidad, no tan distante de la nuestra.
Un libro con el que reír y aprender a partes iguales. No les garantizamos que vayan a mejorar en sus técnicas, tampoco les recomendamos emular a nuestros compadres peludos, escamados y plumíferos, pero nunca está de más asalvajarnos un poco y aprender por el camino.
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