Fabcaro

Ilustraciones: Didier Conrad

Traductores: Isabel Soto y Alejandro Tobar

Editorial: Salvat

Año de publicación original: 2025

Los galos siempre han temido una sola cosa: "que el cielo caiga sobre sus cabezas". Es una de las frases más repetidas por el jefe de la aldea, Abraracúrcix, y abrazada también por Astérix, Obélix y el resto de esos entrañables irreductibles que casi forman parte de nosotros. Pues bien, además de temerle al cielo, también le temen a otra cosa: repetirse.

Astérix y Obélix viven una historia que rescata la esencia de los cómics de viaje clásicos

Después de más de sesenta años de aventuras, los cómics de Astérix podrían haberse convertido en su propio museo. Sin embargo, Astérix en Lusitania, demuestra que aun les queda mucha poción mágica que beber y muchos lugares que visitar.

El álbum número 41 arranca, como en sus mejores tiempos, con una promesa de viaje. Astérix, Obélix e Ideafix ponen rumbo a Lusitania —la actual Portugal— para vivir una historia que rescata la esencia de los cómics de viaje clásicos, pero dándole un aire fresco. Un aire que huele a fado.

Vivir a la sombra de la nostalgia

Fabcaro y Conrad —los autores que recogieron el testigo de los magos Uderzo y Goscinny— explicaron durante la presentación de esta nueva entrega que querían "un álbum soleado, luminoso, situado en un país mediterráneo, que fuera como unas vacaciones de verano".

Y el resultado es justo eso: luz, ritmo y una alegría que no se apoya sólo en la nostalgia, aunque es imposible separarse de ella. El respeto por la tradición de su legado está ahí. La estructura de un gag por página, la poción mágica, los mamporros, el banquete final con jabalíes y el bardo atado en un árbol... todo eso está. Pero también están las ganas de que el humor respire un poquito del siglo XXI.

La risa viene más del guiño cultural que del estereotipo

Fabcaro nunca ha escondido su condición de guionista con ADN de sátira contemporánea. Es el segundo álbum en el que guioniza las aventuras del pequeño galo tras la retirada temporal de Jean-Yves Ferri —de la que se desconoce su vuelta—. En Astérix en Lusitania introduce ironía en dosis sutiles y evita la caricatura gratuita. "No queremos burlarnos de los países", confesaba también durante la presentación de este cómic. "Más bien queremos reír con ellos". Y se nota porque la risa viene más del guiño cultural que del estereotipo.

El cómic alterna secuencias visuales delirantes con escenas casi contemplativas, en las que parece que el tebeo se detiene a saborear la historia y la identidad local. Hay sátira sobre el comercio, el turismo, el turbocapitalismo y las falsas lealtades, pero también una mirada amable sobre la 'saudade' que impregna todo el relato. Obélix la canta, Astérix la observa y el lector la entiende sin que nadie la traduzca.

El legado, a buen recaudo

Sinceramente, la misión de Fabcaro y Conrad no es fácil. Seguir la estela de Goscinny y Uderzo sin caer en la imitación es harto complicado. Pero lo están consiguiendo desde que Conrad tomase las riendas en 2013. En su primer trabajo juntos, El lirio blanco (2023), ya demostraron que saben sostener esa herencia sin solemnizarla y aquí lo confirman. Hay frescura, también cierta previsibilidad —son más de 60 años de cómics de Astérix—, pero es incontestable que el 'espíritu' original está de vuelta.

La última aventura de Astérix no ha llegado para reinventar la rueda

Y regresa gracias a los sutiles matices: los cameos discretos —Ricky Gervais en forma de centurión romano—, los guiños a la cultura lusa —desde el bacalao a los pasteles de nata— y la forma en la que Conrad convierte los típicos mosaicos de piedra portugueses en un personaje más. De hecho, la 'calçada' típica de Portugal fue casi una obsesión para el dibujante. "Me llevó muchísimo tiempo reproducir las piedras una por una", reconoce.

Astérix en Lusitania es un cómic turístico y, al mismo tiempo, una pequeña reflexión sobre la identidad europea. Seguimos siendo un continente que se ríe de sí mismo y que se lo cuenta al resto del mundo. El último álbum de los irreductibles galos se ha traducido a 19 idiomas y se publica con una tirada de cinco millones de ejemplares para distribuirlos en todo el planeta. Tela marinera.

La última aventura de Astérix no ha llegado para reinventar la rueda. Quiere hacerla rodar de nuevo y hacerlo con elegancia. Y lo hace con un álbum cálido, con oficio, que respira el ritmo del fado y conserva la sonrisa de siempre. Por eso seguimos leyendo a estos testarudos galos más de medio siglo después.

Sigue el canal de Ahora Qué Leo en WhatsApp para estar al tanto de todas nuestras reseñas, reportajes y entrevistas.