Eliza Chan

Traductora: Gala Sicart Olavide

Editorial: Minotauro

Año de publicación original: 2024

El agua corroe los muros de Tiankawi y deja a la vista unas costuras sociales a punto de desgarrarse. Bajo una marea social dividida, la ciudad semisumergida se convierte en un escenario donde lo fantástico y lo político chocan hasta hacerte dudar de cuál es la verdadera amenaza: ¿las criaturas mitológicas o los prejuicios humanos?

'Fathomfolk' es una ópera prima que combina épica y crítica social con sorprendente madurez

En lo alto, los humanos disfrutan de calles secas y relucientes mercados de especias. Abajo, entre corrientes de agua teñidas de ponzoña, malviven sirenas, brujas marinas, kappas y dragones acuáticos. Esa grieta es el corazón de Fathomfolk, una ópera prima que combina mitología, épica y crítica socialcon sorprendente madurez.

El ascenso de Mira

Cuando Mira, medio sirena nacida en la superficie, asume el mando de la guardia fronteriza —los que mantienen separados a "los de arriba" de "los de abajo"—, cree con inocencia que su sangre mixta le conferirá el poder de mediar entre las dos partes. Pero muy pronto descubre que su misión topa con otra fuerza más implacable que cualquier criatura: la indiferencia y el miedo de quienes ostentan el privilegio de la superficie.

El detonante de esta historia llega con Nami, princesa de la casta dragón de agua, brutalmente exiliada a las aguas contaminadas y, ahora, bajo la vigilancia de Mira. Durante uno de los días festivos más importantes de Tiankawi, un grupo de fanáticos sabotea las barcazas ceremoniales provocando una ola de represión. Entonces, Mira se enfrenta a un dilema: seguir órdenes injustas o arriesgarse defendiendo a los condenados al agua tóxica y cambiar el destino de todos.

Símbolos que hablan

Es en este punto donde el ritmo contenido de la narración revela todo su poder. La autora, Eliza Chan, dosifica la información sin abrumar: bastan un par de pinceladas —huertas verticales de algas que filtran el agua, drones subacuáticos que miden la salinidad, pasarelas flotantes unidas con conchas y resina— para que Tiankawi cobre vida con asombrosa claridad.

Eliza Chan, dosifica la información sin abrumar porque bastan un par de pinceladas para que Tiankawi cobre vida con asombrosa claridad

Cada detalle tecnológico y cultural sirve no solo a la ambientación, sino como símbolo. En el trasfondo de esta novela fantástica late una reflexión brutal: la división entre "nosotros" y "ellos" se vuelve insostenible cuando el nivel del mar borra los muros. Mira, orgullosa de su herencia mixta, descubre que sus ancestros traicionaron a su propio pueblo en nombre de la prosperidad.

Nami, por su parte, comprende que el exilio no solo consiste en expulsar a personas de su hogar, sino quitarles también su voz y su memoria. Ambos personajes representan la tensión entre el deber y la compasión, la ley y la justicia, y enseñan que la verdadera fortaleza nace de la empatía compartida.

Un debut que marca

Chan se ha visto convertida, casi sin comerlo ni beberlo, en una de las autoras británicas más prometedoras de la novela fantástica. Fathomfolk se ha transformado en un éxito inmediato en Reino Unido llegando a alcanzar el número uno en la lista de ventas del Sunday Times. Su escritura fusiona la mitología de Asia Oriental con el folclore británico.

Pero antes de dedicarse por completo a la literatura, Chan estudió medicina —hasta abandonarla— y ha trabajado como dependienta en una tienda de kilts —las faldas escocesas—, profesora de inglés y terapeuta del lenguaje y del habla. Sí, es un currículum tremendamente ecléctico, pero son experiencias que han favorecido esa profundidad que se palpa en el mundo imaginario de Tiankawi.

'Fathomfolk' se ha transformado en un éxito inmediato en Reino Unido llegando a alcanzar el número uno en la lista de ventas del Sunday Times

Como suele pasar en estas ocasiones, Fathomfolk no viene sola. Su secuela, titulada Tideborn en inglés, ya está casi lista para su publicación. Una resultado previsible teniendo en cuenta que la primera novela de Eliza Chan no es solo un debut prometedor, sino un manual para entender la fragilidad de nuestras propias barreras. Las más duras no son las que están hechas con acero, son las que están cargadas de prejuicios.

Al cerrar este libro, uno tiene la sensación de que, ya sea en el agua o en la orilla, nadie flota en solitario. La verdadera esperanza radica en ser capaces de nadar codo con codo con nuestros semejantes.

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