Víctor Lapuente

Editorial: AdN

Año de publicación original: 2025

Víctor Lapuente, reconocido por sus ensayos sobre democracia, ética y gobernanza, se adentra ahora en el territorio narrativo con un thriller filosófico que combina misterio, ciencia ficción y reflexión, siempre con la urgencia de quien sabe que lo que está por venir depende de lo que hagamos hoy.

En esta obra, Lapuente deja atrás el ensayo sin renunciar a su aguda mirada crítica. Lo que propone es un relato en el que las ideas laten entre personajes y escenas, donde la filosofía cobra vida en dilemas humanos. El autor sostiene que en nuestro tiempo ya nada media entre el individuo y la búsqueda del beneficio, y coloca en el centro a la humanidad, con sus contradicciones, fragilidades y decisiones.

Tres tiempos, una narración

Inmanencia se expande a través de tres tiempos narrativos que, al inicio, parecen distantes, pero que pronto confluyen en una trama de resonancias profundas. En 1996, en un rincón de Huesca junto al desierto de los Monegros, tres jóvenes descubren un secreto templario que tiende un puente entre lo místico y lo oculto.

Lapuente deja atrás el ensayo sin renunciar a su aguda mirada crítica

En 2025, Martín despierta de un coma en Gotemburgo y se enfrenta a un futuro incierto donde la tecnología promete transformar la democracia a través de un proyecto de "ciber-gobernanza", acompañado por la enigmática Emma. Y en 2086, bajo el mando de una inteligencia artificial llamada FRIDA, Anna halla en una biblioteca un vestigio perturbador que cuestiona el fundamento mismo de esa utopía sin fisuras: ¿puede una máquina decidir el destino de lo humano? Al final los tres hilos terminan por entrelazarse

Lo fascinante es que Lapuente nunca deja que las ideas ahoguen a los personajes. La intriga filosófica se convierte en suspense emocional: ¿qué significa elegir cuando gran parte de esa elección ya viene condicionada? ¿Es posible una democracia algorítmica? ¿Qué implica descubrir que nuestra memoria y nuestra identidad han sido intervenidas? Lo sagrado y lo tecnológico chocan en estas páginas para recordarnos que las estructuras invisibles que nos gobiernan no son solo códigos o instituciones, sino también relatos, mitos y recuerdos compartidos.

Volver a lo colectivo

Este cruce entre lo simbólico y lo tecnológico es precisamente donde Inmanencia brilla. Ahora bien: ¿cuál es el sentido último del salto narrativo de Lapuente? Parte de esa respuesta se puede encontrar en sus declaraciones recientes: en una entrevista con El País, el autor advierte que "nada se interpone entre el individuo y la maximización del beneficio", y sugiere que vivimos bajo una lógica donde el sentido colectivo ha sido desplazado.

La tensión entre lo simbólico y lo digital es la fuerza que ilumina la novela

Esa frase articula algo esencial en su novela: si la sociedad y la política pierden peso frente a las ganancias individuales, ¿qué espacio queda para los ideales compartidos? En la ficción de Inmanencia esa tensión es un motor dramático. Mientras muchos analistas tropiezan con discursos apocalípticos sobre el autoritarismo tecnológico, Lapuente sostiene que el verdadero problema puede ser otra erosión: la del proyecto común, la de la conexión entre los hombres, la de la memoria simbólica que sujeta la libertad.

Esa tensión entre lo simbólico y lo digital es la fuerza que ilumina la novela. Y conecta con algo que Lapuente ha planteado fuera de la ficción: vivimos en una época en la que el proyecto colectivo se disuelve ante el imperativo del beneficio individual. Inmanencia encarna esa preocupación. No desde un tono apocalíptico, sino como defensa de lo común y lo humano, como intento de rescatar la trascendencia entendida no en clave religiosa, sino como horizonte compartido que nos ancla más allá del narcisismo contemporáneo.

Alimentando preguntas

En este cruce se asoma la idea de que el futuro no será dictado sólo por algoritmos, sino también por nuestra capacidad de memoria y sentido.

Al final, Inmanencia no busca entregar certezas, sino alimentar preguntas. Es la apuesta de un pensador que se atreve a narrar, que se mueve del ensayo a la ficción sin perder su voluntad de intervenir en lo público. Y en ese tránsito nos ofrece una invitación: no resignarnos al futuro mecánico, sino reanimar lo humano, incluso en el corazón de la incertidumbre.

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