Agustín Fernández Mallo

Editorial: Seix Barral

Año de publicación: 2024

A Agustín Fernández Mallo y su padre les unen las vacas. O el recuerdo de ellas, más bien. Vamos a poneros en antecedentes porque dicho así no tiene demasiado sentido:

Año 1967. El padre de Fernández Mallo, veterinario, viajó a Estados Unidos. A las vastas praderas de Kansas y Missouri para seleccionar vacas y traerlas a Galicia en avión. Aquel viaje lo dejó por escrito en un diario. Se trajo consigo 20 reses. Ocurrió un mes antes de que naciese el autor de este libro. Décadas después, el propio Agustín se encontraba en Estados Unidos recorriendo el país de Nueva York a Los Ángeles.

Pasando por Kansas, cientos de vacas se lo quedaron mirando. Ahí nació el germen de este libro

Pasando por Kansas, como antaño hiciera su padre, en un prado muy grande, cientos de vacas se lo quedaron mirando. Ahí nació el germen de este libro. Aquel encuentro inesperado tuvo lugar en 2010. El padre de Agustín sufría una degeneración cognitiva asociada a la vejez y por aquel entonces, muchas veces era incapaz de reconocer a su hijo o le reconocía parcialmente. Estaba enfermo.

Aquella coincidencia hizo pensar mucho al escritor. Viendo tan de cerca la muerte de su padre se le apareció la idea de que algún día podría escribir sobre él. Ese "algún día" es hoy.

Con Pink Floyd en la memoria

Ese recuerdo de Estados Unidos se une con otro que da título a este libro. Ese Madre de corazón atómico es la traducción de Atom heart mother, un disco de Pink Floyd en cuya portada hay una vaca mirando a cámara. Acabó en casa de los Fernández Mallo cuando Agustín tenía 8 añitos. Al verlo, su padre obvió por completo el grupo y la música. Se centró solo en la vaca para explicarle a su hijo todo acerca de ella: la raza, de qué se alimenta, el tipo de leche que da...

'Madre de corazón atómico' hila pasajes de la vida de los Fernández Mallo a través de la figura del padre

El padre de Agustín siempre se fijaba en cosas que el resto dejaban de lado. Y esto ha acabado siendo trasladado a un libro que es como un arcón del que salen decenas de historias que se nos cuentan desde un punto de vista muy distinto al que el común de los mortales lo harían.

Madre de corazón atómico hila pasajes de la vida de los Fernández Mallo a través de la figura del padre. Desde cómo los abuelos de Agustín sobrevivieron a la Guerra Civil y a la complicada posguerra hasta el presente, pasando por el momento en el que, tras ver al rebaño de vacas de Kansas y sabiendo que a su padre le quedaba poco tiempo y que su memoria se iba perdiendo, el propio Agustín trató de revivir aquel viaje de finales de los 60 como un intento para que el recuerdo de su padre no muriera con él.

Pasar la vida a limpio

La muerte es un tema que gira y gira sobre el núcleo de este libro y que nunca lo abandona del todo. Pero no la trata como un final, sino como un principio. Porque tal y como plasma Agustín Fernández Mallo en las páginas de este texto, una vez que la persona muere, se crea otra nueva con el recuerdo que te queda de ella.

Esta es una seña identidad en la literatura de este autor. Mirarlo todo desde otro prisma. Es bonito pensar que cuando tus seres queridos mueren no se van, se quedan contigo. Resucitan en tu cabeza de una forma diferente. Ya no son ellos. Son la versión de ellos que tú has creado. Son una persona nueva que vive en ti, la última lección que nos deja un ser amado.

El mismo mundo

Con este libro, Mallo también quiere plasmar la idea de que no hay que tener miedo, ni a vivir, ni a morir, ni a coger un avión en el que viajan veinte vacas.

Con este libro, Mallo también quiere plasmar la idea de que no hay que tener miedo

Vivimos en un mundo en el que la sobreprotección es cada vez más acusada. El padre de Agustín le dejó libertad para crecer aunque, como reconoce dentro de este libro, era también su soporte y siempre estaba presente. Pero nunca tuvo miedo ni se lo trasladó a él.

Una figura tan capital que ha provocado que Agustín Fernández Mallo se desnude emocionalmente. Ha compartido con nosotros lo que le supuso la muerte de una de las personas más importantes de su vida. Un recuerdo que siempre será suyo pero que, desde hoy, también es un poquito nuestro.