Miriam y Ester llevan a sus hijos al colegio concertado-religioso de Los Arenales en Carabanchel, Madrid. Miriam tiene 27 años y dos hijas mientras que Ester, de 30 años, tiene dos niñas y un niño.

Ambas destacan la calidad del centro y la coherencia que existe entre lo que viven en casa y lo que estudian los niños en el colegio: “Para mí es un colegio hecho a medida, porque me encanta el que yo pueda compartir unos valores de la Iglesia católica en mi casa y pueda traer aquí a mis hijas y les estén educando” declara Ester.

El centro es bilingüe, otro de los motivos por los que han decidido llevar a sus niños a este colegio. A pesar de ser concertado-religioso, afirman que no tiene relación con ninguna orden religiosa. Hay profesores que son del Opus Dei pero esto, para Ester, “añade riqueza al ideario del colegio”.

En los colegios concertados los padres no están obligados a pagar la cuota. Aun así estas madres han optado por costear los estudios de sus hijos pagando alrededor de 200 euros por niño. Miriam dice que paga por la educación “porque ofrece unos servicios extras”.

“Aquí hay más horas de inglés, taller de inglés, de matemáticas, de lectura, las tutorías puedes pedirlas cuando quieras que te la dan, el área de secretaría ampliado, tienen patio inteligente que no es solo jugar en el patio, sino que les organizan” destaca Miriam.

En este colegio existe segregación, es decir, aulas de niños y aulas de niñas. Aunque para ellas esta palabra es demasiado fuerte y prefieren llamarla ‘educación diferenciada’. Para Miriam es algo normal: “He vivido en EEUU y en ningún momento me sentí discriminada, ¿Crees que si viera que es negativa la educación diferenciada traería a mis hijos a un colegio de este tipo de educación?”.

Ambas están encantadas de poder llevar a sus hijos a este centro y respecto a las subvenciones públicas que reciben los colegios concertados lo tienen claro: “Igual que aporto de mis impuestos para pagar otros coles, ¿por qué no pagar el mío?”, se pregunta Miriam.