Ayer vimos la que ha sido mi prueba favorita este año. Los concursantes tenían que acudir a un mercado de frutas que era algo así como el arca de Noé si Noé hubiese sido vegetariano. El objetivo era encontrar cuatro frutas exóticas específicas y alinearlas sobre un tablero en un orden concreto que debían adivinar según les fuese corrigiendo el frutero. Vamos, lo que viene siendo jugar al Candy Crush analógico. Ganaron la prueba los primos, que aquí más que de frutas los hacíamos de kebab.

Los ex novios aún mantienen la esperanza de reavivar la llama de la pasión en el programa. Ir a Pekín Express a resucitar una relación es como ir a ligar al País Vasco, ellos sabrán. Para descubrir el destino final de la etapa, las parejas tuvieron que acudir a una oficina de correos y superar un test de preguntas sobre el propio programa, del cual demostraron saber tanto como de física cuántica. O de inglés, porque la verdadera prueba extrema de Pekín Express es comunicarse en Sri Lanka con el nivel de la LOGSE. Se quedaron fuera Pekín Express las gogós mallorquinas, que no tuvieron suerte ni con el azar de los sobres eliminatorios.

Nos vemos la próxima semana en Pekín Express, el único programa en el que veréis a un aristócrata sevillano mendigarle una naranja a un obrero de Sri Lanka.