"Así podrá usted dedicarse mejor a cuidar de su hija", estas fueron las palabras que le dijo el responsable de recursos humanos a un padre en el momento de su despido. El hombre se había pedido varios días de baja y vacaciones para desplazarse a otra ciudad y someterse a una operación. La vida de su hija estaba en riesgo y él decidió donarle parte de su hígado.

La Asociación Española de Ayuda a Niños con enfermedades hepáticas y trasplantados hepáticos denuncia a través de change.org injusticias como esta y pide un cambio legislativo para evitar que se produzcan.

Estos casos no se consideran bajas laborales, sino que legalmente tienen el carácter de operaciones voluntarias y, por lo tanto, la ley no ampara frente a las empresas a las personas que deciden ser donantes vivos de órganos.

La asociación acompaña su petición con el caso de otra persona que donó también parte de su hígado y que se encontró con una asombrosa respuesta en su empresa cuando entregó los documentos que acreditaban las intervenciones: "Para hacerme las pruebas de compatibilidad de donante para mi hijo, me desplace varios días al hospital y cuando llevé los justificantes de las pruebas a mi trabajo me indicaron que eran pruebas voluntarias y que yo no estaba enfermo y que no podían aceptar la justificación, que la solución era pedir una excedencia".

Según explican en su petición, el trasplante de hígado de donante vivo reduce la mortalidad infantil en lista de espera de un 30 a un 40% y por ello insisten en que estos donantes sean considerados como mujeres embarazadas. De esta forma, los empleados no verían mermada sus nóminas ni tampoco correrían el riesgo de perder su empleo.