Mal día eligió el Sevilla para medirse al Barcelona. Para jugar ante el Barça ni más ni menos que en una final. En la de Copa, sobre el céspd del Metropolitano. Fue ahí cuando los azulgranas, con el señor Andrés Iniesta con la batuta, mostraron su más armónica versión para superar en todo a su rival y llevarse el primer título de la era Valverde. Cero a cinco, con el de Albacete siendo amo y señor del wanda.

Con mucha ilusión llegaba el Sevilla al Wanda... pero solo con ilusión no basta. Y mucho menos si enfrente tienes a un Barcelona como el que se encontró el cuadro de Montella en la noche madrileña. Los culés mostraron en el verde una de sus mejores versiones del curso. Una que volvió a mostrarse coral con el cuero e intensa sin él. Banega, ni respirar podía.

Y si el 10 no la tiene, el Sevilla lo nota. Y si es el 10 rival quien sí la tiene, el Sevilla lo nota. Sin embargo, no fue Messi el responsable del primero de la final. Fue Cillessen, y no por una parada sino por un pase. El holandés, magistral, vio a Coutinho en la frontera de la línea de mediocampo y le dejó sin oposición. Pase de la muerte para Luis Suárez y gol.

La ilusión sevillista siguió en descenso, pues en el 30' llegó el segundo. Esta vez sí fue Messi, aunque Jordi Alba y su taconazo tuvieron gran parte de culpa de la diana del argentino. En el minuto 40, llegó el 0-3 obra de Luis Suárez. Ni una mitad había pasado y el Sevilla estaba noqueado en una noche para olvidar.

Porque el resultado era malo, pero más malas eran las sensaciones ante un Barcelona que manejaba a su rival como una marioneta. Iniesta, excelso, marcó el 0-4 con un jugadón en el que dejó a David Soria sin cintura en una exhibición de sutileza y estilo en el área. Distancia cada vez más insalvable para un equipo, el de Montella, que comenzó a escuchar los '¡olés!' en la grada para corear al Barcelona.

Lo peor para el Sevilla y su parroquia, y lo mejor para el Barça y para la suya, era que quedaba media hora. Malo para uno, y bueno para que continuara una fiesta que guiada por Iniesta cada vez tenía mejores acordes para los azulgranas. Además querían más, y primero Umtiti y luego Busquets estuvieron cerca de batir a un Soria que sudaba, como toda la zaga hispalense, cuando los catalanes se acercaban a la frontal del área.

Llegó la manita. Al Sevilla no le salía nada, o al menos no le salía nada bueno. Sandro falló un mano a mano ante Cillessen, y al rato Coutinho batió a David Soria. El 14 lo anotó de penalti, pero bien pudo haberlo hecho de jugada de haber dejado seguir Gil Manzano la mano de Lenglet.

Iniesta se llevó, y con razón, el aplauso de todo el Wanda Metropolitano antes del pitido final del partido. Tras él, levanto la Copa del Rey. El Barcelona, campeón, y Andrés, don Andrés mejor dicho, fue sin duda el principal protagonista en la final. En la que puede ser su última final con la camiseta azulgrana.