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Los humanos habitan China desde hace más de 80.000 años

Los humanos habitan China desde hace más de 80.000 años

El descubrimiento de 47 dientes humanos en la cueva de Fuyan, al sur de China, confirma que el Homo sapiens ya vivía en esa región hace entre 80.000 y 120.000 años. El hallazgo, en el que participan científicos españoles, adelanta en al menos 35.000 años la presencia de nuestra especie en ese territorio.

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Hasta ahora no se habían conseguido muestras de Homo sapiens con una antigüedad superior a 45.000 años en el sur de Asia. Sin embargo, un conjunto de 47 dientes encontrados en la cueva de Fuyan (Daoxian, China) revela que nuestra especie ya habitaba esa región hace más de 80.000 años, y tener una antiguedad de hasta 120.000 años, según un estudio publicado en Nature esta semana.

Los dientes de la cueva son más pequeños que otros del Pleistoceno Superior (hace entre 12.000 y 126.000 años) localizados en Europa, África y otras partes de Asia, pero presentan similitudes con los ejemplares fósiles de Homo sapiens modernos, según los investigadores.

“La atribución de estos dientes a nuestra especie era clara, pero la sorpresa radica, precisamente, en su antigüedad”, recalca a Sinc María Martinón-Torres, investigadora del CENIEH y la Universidad de Burgos mientras codirigió este trabajo, y actualmente en el centro UCL Anthropology de Londres (Reino Unido).

El estudio revela que los homínidos con una dentadura moderna habitaban el sur de China 30.000 ó 70.000 años antes que el este del Mediterráneo y Europa. Además, las similitudes de los dientes encontrados con otros de individuos europeos del Pleistoceno Superior pueden ayudar a conocer las relaciones y  migraciones de aquellos seres humanos.

Map-of-Funyan-Cave

En la esquina superior izquierda, la localización geográfica de la cueva de Fuyan en Doaxian (China). Abajo a la izquierda, la vista interior de una de las zonas de muestreo. En el centro, un plano del área de excavación con las capas de estratificación marcadas. A la derecha, la relación espacial entre las zonas de trabajo y los dientes hallados. / Y-J Cai, X-X Yang y X-J Wu

Viajes de hace miles de años

Las rutas de propagación geográfica explicarían, por otro lado, que las poblaciones se asentaran más en China meridional que en la región central y norte durante aquella época.

“Respecto a la expansión general hacia el este es, desde el punto de vista ambiental y climático, más sencilla que hacia el norte, donde nos encontramos con grandes masas desérticas y los homínidos se enfrentarían, además, a inviernos más duros”, explica Martinón-Torres.

Sin embargo, la investigadora considera que esta explicación no es suficiente para entender por qué el Homo sapiens tardó casi 50.000 años en trasladarse a Europa, a pesar de que hay evidencias de poblaciones a las puertas de nuestro continente hace 90.000 años (en los yacimientos de Skhul y Qafzeh, en Israel) y de que habitaban en Asia desde hacía unos 100.000 años.

“Pienso que podía haber un elemento adicional frenándoles el paso: los neandertales. Así, la historia de que se extinguieron por la llegada del Homo sapiens quizá tenga una lectura bastante diferente”, señala la investigadora.

“Quizá los humanos modernos solo fueron capaces de entrar cuando la especie neandertal estaba en decadencia, cuando después de cientos de miles de años castigados por los crudos inviernos glaciales y el aislamiento pasa a ser una especie genética y demográficamente agotada. El Homo sapiens parece, entonces, más un oportunista que un avezado incursor”.

Sin embargo, las duras condiciones climáticas o la presencia de los neandertales son solo teorías sobre los obstáculos que se pudieron interponer entre los homínidos asiáticos y su llegada al continente europeo. El próximo paso consiste en averiguar si esta expansión de nuestra especie se debió a un desarrollo de las capacidades cognitivas o a otros factores que hasta ahora se desconocen.

Referencia bibliográfica:

Wu Liu, María Martinón-Torres, Xiu-jie Wu et al. “The earliest unequivocally modern humans in southern China”. Nature DOI: 10.1038/nature15696 14 de octubre de 2015

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