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Los correlimos se van a dormir con la barriga llena para calentarse

Los correlimos se van a dormir con la barriga llena para calentarse

La bajada de temperaturas en las noches de invierno puede suponer un gran gasto energético para las aves, por eso emplean diferentes mecanismos para termorregularse. Un equipo de científicos ha descubierto que los correlimos comunes, protagonistas de #Cienciaalobestia, ahorran energía con la ingesta de alimentos antes de irse a dormir.

Los correlimos se van a dormir con la barriga llena para calentarse

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Muchas especies de ave habitan zonas donde las temperaturas ambientales durante la noche se encuentran muy por debajo de su zona termoneutral, es decir el rango de temperatura ambiental donde un organismo consume la mínima energía para mantener su temperatura corporal. El resultado es que los animales deben mantener el calor corporal y termorregularse haciendo frente a altos costos de energía.

Pero los pájaros utilizan diversos mecanismos para mantener los 39-42 ºC de su cuerpo en ambientes fríos. Para generar suficiente calor y compensar la inevitable pérdida de calor en el ambiente, las aves provocan temblores o escalofríos, o se termorregulan sin temblores, producen calor con la digestión o por la actividad. 

En el caso de la ingesta de alimentos, el calor generado reduce el consumo energético que el ave debe invertir para mantener su temperatura corporal. Este ahorro energético ayuda a que preserven calor y energía para otras actividades. Sin embargo, hasta ahora no se había estudiado el papel de esta sustitución térmica en las aves durante el descanso en ambientes fríos.

El científico Erick González-Medina, investigador en el departamento de Anatomía, Biología Celular y Zoología de la Universidad de Extremadura, se ha centrado en la ingesta de alimentos al final del día por parte de los correlimos comunes (Calidris alpina), una especie bastante extendida por las altas latitudes del hemisferio boreal. 

“La cantidad de alimento ingerido tuvo un efecto positivo en la duración y magnitud del incremento del calor de la digestión”, explica a Sinc González-Medina que presentó los resultados de la investigación este viernes en el XXIV Congreso Español y VII Ibérico de Ornitología, celebrado hasta hoy en Cádiz. 

Correlimos

Un correlimo durante el experimento realizado. / Jorge Sánchez Gutiérrez

Un experimento con aves en cautividad 

El equipo de investigación, que está a la espera de la publicación del trabajo en una revista internacional, evaluó el potencial de la digestión como sustitución térmica simulando ciclos diarios en periodos de alimentación y en fase de descanso con aves en cautividad.

Utilizaron un respirómetro de flujo abierto para calcular la sustitución térmica por producción de calor a través de procesos digestivos a 10 ºC, justo al inicio de la fase de descanso y después de que los individuos comiesen presas vivas disponibles a voluntad durante las horas previas.

“Los cálculos indicaron que la sustitución térmica por incremento de calor de la digestión por debajo de la zona termoneutral (10 ºC) puede ahorrar hasta un 11 % del requerimiento de energía teórico diario en estas aves durante el invierno”, aclara el experto. 

Este mecanismo permite a las aves adaptarse a condiciones ambientales adversas como baja temperatura y viento y tener una mejor condición corporal antes de la migración. “Los individuos que consumieron mayor cantidad de alimento antes de las mediciones a 10 ºC (fuera de la zona termoneutral) y 25 ºC (dentro de la zona termoneutral) incrementaron la duración y magnitud del calor de la digestión”, recalca González-Medina.

Sin embargo, en el caso de no contar con suficiente alimento en la barriga antes de irse a dormir y estar expuestas a bajas temperaturas ambientales, las aves deben hacer uso de sus depósitos de grasa para mantener el metabolismo nocturno. “Esto conduciría a una pérdida de masa corporal que es muy costoso de revertir en ambientes fríos”, concluye el investigador.

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