SEGÚN UNA INVESTIGACIÓN
Los ataques de tiburón podrían ser en defensa propia y no agresiones planificadas
Una fama injustificada. Una investigación en la Polinesia Francesa revela que ciertos tiburones muerden como respuesta instintiva de supervivencia ante seres humanos que perciben como amenazas.

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Los tiburones suelen ser retratados como depredadores implacables, un estigma reforzado durante décadas por los medios y en la cultura popular. Sin embargo, los ataques son poco frecuentes: se registran apenas un centenar de mordeduras al año en todo el mundo, y solo una décima parte resulta mortal.
Ahora, un estudio publicado en la revista Frontiers in Conservation Science propone una nueva perspectiva sobre algunos de estos incidentes. Según sus autores, un pequeño porcentaje de las mordeduras podría deberse a una reacción de defensa propia por parte del tiburón.
"Demostramos que las mordeduras defensivas de tiburones hacia humanos —como reacción a una agresión inicial humana— son una realidad, y que el animal no debería ser considerado culpable en estos casos", señala Eric Clua, autor principal del trabajo y especialista en tiburones de la universidad francesa de investigación Paris Sciences et Lettres (PSL). "Estas mordeduras son una manifestación del instinto de supervivencia, y la responsabilidad del incidente debería reanalizarse".
Reacción instintiva
El estudio se basó en datos recogidos en la Polinesia Francesa, donde se documentaron 74 mordeduras de tiburón entre 2009 y 2023. De ellas, al menos cuatro pudieron estar motivadas por defensa propia. Este patrón sugiere que el fenómeno podría darse a escala global en una proporción similar.
Este tipo de mordeduras ocurre cuando el tiburón percibe una acción humana como amenazante, como pescar con arpón o intentar tocar al animal. Suelen producir heridas superficiales y no letales, similares a las observadas en mordeduras defensivas de depredadores terrestres como osos o casuarios.
"Algunas especies costeras, como el tiburón gris de arrecife, son muy territoriales y lo suficientemente audaces como para acercarse a los humanos", explica Clua. "Basta con que un humano invada su espacio para que el animal reaccione".
El estudio sugiere que estos ataques no son planeados ni fruto de una agresividad gratuita. Por el contrario, los tiburones serían animales precavidos, que reaccionan con fuerza desproporcionada al activarse su instinto de supervivencia.
"Debemos considerar la idea —poco intuitiva— de que los tiburones suelen tener miedo de los humanos", añade Clua. "No actúan por venganza; solo buscan sobrevivir".
No tocarlos, ni siquiera para ayudar
Para reforzar sus conclusiones, el equipo analizó los registros del Global Shark Attack File, que recoge casi 7 000 mordeduras desde 1863. De los casos clasificados como 'provocados' —es decir, en los que hubo interacción humana previa—, hasta 322 podrían haber sido motivados por defensa propia, una cifra coherente con los porcentajes hallados en la Polinesia Francesa.
"Intentar ayudar a un tiburón varado, por ejemplo, también puede ser interpretado como una agresión", advierte Clua. "No hay que interactuar físicamente con un tiburón, incluso si parece inofensivo o está en apuros. Son animales potencialmente peligrosos, y no tocarlos es una muestra de respeto hacia ellos".
Esta nueva interpretación de las mordeduras podría ayudar a reducir los conflictos entre humanos y tiburones, contribuyendo a su conservación y a una convivencia más segura y equilibrada en los océanos.
Referencia:
Eric E. G. Clua et al.: The Talion law 'tooth for a tooth': self-defense as a motivation for shark bites on human aggressors. Frontiers in Conservation Science, 2025.
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