TecnoXplora » Gadgets

UNA SEGUNDA PIEL QUE VIVE EN NUEVA YORK

El robot que ha devuelto algo de libertad a Edward Snowden

Sin poder salir de Rusia desde hace más de tres años, el hombre que destapó los trapos sucios de la Inteligencia estadounidense ha conseguido una extraña libertad de movimientos gracias a un robot de telepresencia. Lo maneja con tal soltura que parece uno más en las conversaciones.

Snowden en una charla TED

Snowden en una charla TED Agencias

Publicidad

Cumplió los 33 años hace poco, el 21 de junio. Celebró su cumpleaños en Moscú, igual que el año anterior y el precedente, aunque tres veranos antes, por las mismas fechas, tenía poco que celebrar. El mismo día de su aniversario de 2013 las autoridades estadounidenses le señalaron como un traidor y le acusaron formalmente de espionaje. Se había convertido en un enemigo de su patria por airear los trapos sucios de la cibervigilancia.

Edward Snowden voló de Hong Kong a Rusia el 23 de junio de aquel año tratando de evitar la extradición. Desde entonces, no ha vuelto a salir de aquel país, al menos físicamente. Nadie sabe o piensa revelar dónde vive. Sin embargo, el hombre que destapó los escándalos de la NSA y desató una nueva oleada de interés por la privacidad en todo el mundo se ha dejado ver últimamente en escenarios que, por seguridad, tiene vedados.

Su primera aparición fuera de Rusia se produjo en marzo de 2014, cuando asistió a una charla TED en Vancouver para hablar sobre la libertad en internet. Una libertad que le fue negada —por reclamarla— y que él mismo consiguió recuperar gracias a la tecnología y la Red de redes. Desde entonces, Snowden tiene una segunda piel en un robot que se mueve a placer por todo el mundo.

Una pantalla a modo de cabeza y rostro, una cámara por ojo ciclópeo y dos patas metálicas sobre un soporte con ruedas para desplazarse. Apodado 'Snowdenbot', en realidad se trata de un BeamPro de metro y medio que cuesta casi 15.000 euros. Desde un ordenador en Moscú, el activista controla el movimiento (a poco más de 3 kilómetros por hora) con las flechas del teclado de su ordenador. La batería dura ocho horas. Después, debe recargarse en una estación que cuesta más de 800 euros.

“Primero piensas que será un Skype sobre ruedas”, admitió Ben Wizner, abogado de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles, en cuya sede de Nueva York vive 'Snowdenbot'. “Pero en realidad es mucho más íntimo que eso, tanto para la persona que lo está manejando como para los que están en la sala, porque la cámara es muy buena y porque se mueve de forma independiente”.

Al letrado y su cliente les gustaría desplegar una flota de robots idénticos en otros puntos del planeta para que Snowden fuera no solo más libre, sino casi omnipresente. Aunque todavía no lo han hecho, el actual y único robot ya ha asistido a una reunión con expertos en cifrado en la Universidad de Princeton, a una exposición en el museo Whitney de Manhattan, al Consumer Electronic Show de Las Vegas o al festival de cine de Tribeca, donde apareció por sorpresa para tomar parte en los Disruptive Innovation Awards. Y se ha echado ‘selfies’ con mucha gente, incluido el cofundador de Google, Sergey Brin.

Snowdenbot, en realidad se trata de un BeamPro

Por lo que dicen los que lo han conocido, Snowden ha aprendido a utilizar el robot con tal soltura que resulta inquietante. Lo gira y dirige su mirada directamente a la cámara para establecer contacto visual con su interlocutor, como si estuviera allí mismo. Lo único que no puede hacer es repartir abrazos o estrechar manos, pues carece de extremidades superiores. No obstante, tras los primeros instantes de confusión, “dejas de ser consciente de que es un robot, igual que has aprendido a olvidar que la voz sin cuerpo que susurra en tu oído es un teléfono”. Así ha descrito la experiencia un redactor del 'New York Magazine'.

Toda esta actividad tiene un poco de ganarse la vida (Snowden cobra buenas sumas por algunas de sus apariciones, aunque otras las hace por amor al arte) y un mucho de campaña de ‘marketing’. Se trata de impulsar la causa a favor de un indulto que sus defensores todavía no descartan, y al mismo tiempo de mandar un mensaje: que internet está por encima del poder de los gobiernos, el exilio y el aislamiento impuesto.

Lo mismo que procura hacer en Twitter, donde desembarcó en septiembre de 2015 con un primer mensaje cargado de ironía y que pronto dio sus frutos: en el momento de escribir estas líneas tiene casi de 2,2 millones de seguidores, muchos dispuestos a escuchar y difundir su mensaje contra "el Gran Hermano".

“Una de las cosas que estamos intentando es normalizarle”, ha dicho Glenn Greenwald, uno de los periodistas que desde las páginas de 'The Guardian' difundió sus filtraciones. “Normalizar su vida, normalizar su presencia”. Y para eso nada mejor que una segunda piel metálica: el robot que devolvió la libertad a Edward Snowden.

Publicidad