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LA ENERGÍA GEOTÉRMICA, UN SECTOR CON POTENCIAL

Calefacción que sale de la tierra

La geotermia despega en España como alternativa a la quema de gas y petróleo para calentar y enfriar edificios. El ahorro puede llegar a ser del 30% respecto a los sistemas de calefacción y climatización convencionales.

Puesta de sol en Islandia

Puesta de sol en Islandia James Appleton

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España no es Islandia. De su suelo no asoman chimeneas humeantes de vapor de agua a 200 grados de temperatura a escasos metros de la superficie, que los islandeses han sabido aprovechar para generar electricidad, sustituyendo la quema de petróleo y carbón.

Pero la geotermia, o sea, el aprovechamiento del calor terrestre para generar energía, tiene otra cara. Esta hermana pequeña de las energías renovables puede servir para calentar y enfriar viviendas, fábricas u hospitales aprovechando los 30 grados centígrados de temperatura que emanan prácticamente toda la geografía española a menos de 250 metros bajo el suelo. Basta una bomba de calor subterránea para mantener un edificio a una temperatura constante en verano y en invierno con un ahorro directo en el recibo de la luz y de gas del 30% de media, que varía en función del tipo de edificio.

Este sector en España se queja de que pese a las bondades de la geotermia de baja temperatura -no consume suelo, evita importar petróleo, resulta imposible de deslocalizar y ahorra en la factura-, se está ignorando su enorme potencial. España no cuenta con registro alguno de instalaciones térmicas, solo eléctricas porque reciben primas, de forma que resulta imposible saber cuántas plantas y pequeñas instalaciones que aprovechan el calor del subsuelo para enfriar y calentar edificios están en funcionamiento.

Por ello, en los rankings internacionales España aparece con consumo cero porque no hay estadísticas, aunque los expertos estiman que se ha superado el potencial previsto en el Plan de Energías Renovables. Solo Cataluña y Zaragoza, una de las ciudades más activas en geotermia somera, habrían superado el objetivo de 16 ktep de potencia instalada que el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) estimó para toda España en el año 2012. Unos 60 edificios e instalaciones del casco urbano de Zaragoza se calientan y enfrían a partir de unos 150 pozos del agua del río Ebro.

Como en esta ciudad, hospitales, hoteles, centros comerciales, viviendas, universidades y edificios públicos se suman en toda España a esta forma de climatización cuya instalación se amortiza entre siete y diez años, con un ahorro energético desde el primer día de funcionamiento.

A falta de un marco regulatorio definido que no llegó hasta 2009, cuando una directiva europea reconoció la geotermia somera como fuente de energía renovable, la mayoría de instalaciones de este tipo se han levantado en España sin subvenciones. El Gobierno ha suprimido las ayudas estatales a la instalación de geotermia, y prácticamente solo País Vasco y Cataluña mantienen las ayudas a esta tecnología, que tiene su ejemplo de éxito más flamante en el hospital Sant Pau de Barcelona, un edificio modernista de los años treinta patrimonio mundial de la Unesco. La fundación privada Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, propietaria del complejo que ocupa nueve manzanas del ensanche barcelonés, ha sido rehabilitada con geotermia para evitar cualquier impacto que dañara el edificio en su búsqueda de ahorro de energía.

Islandia o cómo abandonar el petróleo

La referencia del sector es la ya citada Islandia, que empezó en los años cuarenta a reducir su dependencia del carbón y del petróleo. El país volcánico empezó a reconvertir su modelo energético hacia otro apoyado en fuentes de energía limpias, que quedó sellado con la crisis del petróleo de los setenta. En 2010, la geotermia aportó el 66% de la energía primaria del país.

La hidráulica y el aprovechamiento del calor terrestre proporcionan el 85% del consumo energético de la isla, gracias a unas condiciones geológicas idóneas por la dispersión de volcanes. Islandia cuenta con seis centrales para generar electricidad en zonas donde el suelo emana vapor de agua a 200 grados de temperatura, que se transforma en energía eléctrica.

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