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EL CUERPO SE ADAPTA AL ENTORNO

¿Por qué en verano enfermamos menos?

Nuestro sistema inmune no responde igual en cualquier estación. De acuerdo con un estudioreciente de la Universidad de Cambridge en Reino Unido, las personas tienden a estar más sanas en verano.

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Enfermedades como las cardiopatías o la artritis reumatoide se agravan visiblemente en invierno. La diferencia se debe, según los científicos, a que aproximadamente una cuarta parte de nuestros genes (exactamente 5.136 de 22.822) se comportan de modo diferente según la temperatura, de modo que algunos son más activos en verano y otros se ponen en marcha cuando llega la estación fría.

A partir de muestras de 16.000 sujetos, unos investigadores de la Universidad de Cambridge han llevado a cabo un estudio en el que han comprobado que la composición de la sangre y del tejido adiposo varía según el mes del año en que se toma la muestra, y que esas diferencias se dan tanto en británicos como en habitantes de Norteamérica, Islandia, Australia o Gambia, lo que indica que no depende de la geografía ni de la raza.

Entre los genes tenía especial interés el ARNTL, más activo en verano. Estudios previos habían mostrado que este pedazo de ADN inhibe los procesos infamatorios y la respuesta del cuerpo ante las infecciones. Por lo tanto, si el gen cumple la misma funcón en humanos, los niveles de inflamación serían mayores en invierno en el hemisferio norte, y como la inflamación supone un factor de riesgo para muchas enfermedades, entre ellas las autoinmunes, su incidencia se dispara cuando llega la estación fría, algo que en la clínica podría tenerse en cuenta para aumentar la medicación frente a ciertas enfermedades en invierno.

Por otro lado, el invierno también tiene sus ventajas: los genes asociados a una respuesta individual a la vacunación son más activos de diciembre a febrero, lo que sugiere que algunos programas de vacunación son menos efectivos en verano. Los investigadores sospechan que se debe a que evolucionamos a la vez que los organismos infecciosos, que tienden a ser más prevalentes durante el invierno en Europa y en Australia.

En cuanto al caso concreto de la población de Gambia, se han detectado variaciones estacionales en el número de células del sistema inmune en sangre durante la estación lluviosa, es decir, de junio a octubre. Se trata justo la época del año en la que las enfermedades infecciosas, especialmente las que se transmiten mediante mosquitos como es el caso de la malaria, son más frecuentes.

De acuerdo con John Todd, coautor del estudio, visto que el frío hace que nuestro sistema inmune nos exponga más a enfermedades relacionadas con el exceso de inflamación, y dados los beneficios de la vitamina D relacionada con la exposición a la luz solar, no es extraño que cada vez más se promueva el "sol de invierno" para prevenir las enfermedades.

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