Manuel Fraga Iribarne, José María Aznar López y Mariano Rajoy Brey. La historia de la derecha española no se entiende sin ellos. Muerto Franco, la derecha quiere seguir en el poder, y Manuel Fraga se siente ungido para encabezar el proceso. El que se bañó en Palomares para que nadie tuviera miedo de la contaminación, está convencido de que debe ser el elegido para liderar la nueva España democrática desde la derecha.

Pero se equivoca. La UCD de Adolfo Suárez ha ocupado su espacio así que Fraga construye su alternativa: Alianza Popular. Son cuarta fuerza política, por detrás del PC de Carrillo. Sólo seducen al 8% de los votantes.

Dos años después, Fraga ha puesto su sello en la Constitución y busca otro paraguas para presentarse a las elecciones: Coalición Democrática. Sus prioridades cambian poco. Logran aún menos votos, apenas un 6%.

Tras el 23F, Fraga vuelve a la carga. Esta vez, junto al Partido Demócrata Popular; otra amalgama formada por múltiples corrientes. Con Suárez recién dimitido, la UCD se hunde y la coalición de Fraga absorbe gran parte de sus votos. Ahora sí, el partido de Fraga se convierte en la segunda opción más votada, pero aún están lejos de gobernar.

Una década intentó Fraga unir a la derecha española y mandar en democracia como lo había hecho en dictadura. Pero gobernar seguía siendo un sueño. La imagen de Alianza Popular seguía ligada a la de Franco y así los españoles nunca les darían el poder.

Así que en 1986, Fraga dimite. Nuevos hombres y nuevos planteamientos. Tras la breve experiencia de Hernández Mancha, la derecha española se pone en manos de un joven presidente autonómico, José María Aznar.