Una innovadora prueba de sangre desarrollada por investigadores de la Queen Mary University of London (Reino Unido) podría transformar la forma en que se detecta el cáncer, permitiendo un diagnóstico más temprano en más de 20 tipos de esta enfermedad. Los resultados del estudio, publicados en la revista científica ‘BMJ Open’, sugieren que esta prueba, denominada detección temprana de múltiples cánceres, o MCED (por sus siglas en inglés, Multi-Cancer Early Detection), podría mejorar de manera significativa la supervivencia de los pacientes si se implementa de forma estratégica en programas de cribado.
A diferencia de los métodos actuales, que solo permiten detectar con fiabilidad algunos tipos de cáncer como el de mama, cuello uterino, pulmón o intestino y que pueden conllevar falsos positivos o sobrediagnósticos, esta prueba analiza señales químicas en el torrente sanguíneo que podrían indicar la presencia de múltiples tipos de tumores, desde fases muy tempranas.
El estudio utilizó un modelo predictivo de progresión del cáncer y datos poblacionales del sistema estadounidense SEER para evaluar el impacto de distintos programas de cribado con la MCED en personas de entre 50 y 79 años. Se analizaron dos escenarios de crecimiento tumoral: uno rápido y otro rápido-agresivo. Los resultados mostraron que la prueba anual detectó 370 señales adicionales de cáncer por cada 100.000 personas examinadas, reduciendo un 49% los diagnósticos en fases tardías y un 21% la mortalidad a cinco años, en comparación con la atención médica habitual.
Incluso la versión bienal del cribado demostró beneficios importantes: detectó 292 casos adicionales por cada 100.000 personas, redujo los diagnósticos avanzados en un 39% y la mortalidad en un 17%. Además, este enfoque ofreció un valor predictivo positivo mayor que el cribado anual, con una tasa del 54% frente al 43%, lo que significa que generó menos falsos positivos por prueba realizada.
Los cánceres incluidos en el análisis abarcaron un amplio abanico: desde vejiga, esófago, hígado o próstata, hasta leucemias, linfomas, sarcomas y cáncer de piel, entre otros. Según los investigadores, esta nueva prueba podría interceptar entre el 31% y el 49% de los cánceres en etapas I y II, lo que representa una oportunidad crucial para iniciar tratamientos con mayores probabilidades de éxito.
No obstante, los investigadores advierten que aún quedan desafíos por resolver: definir el intervalo de aplicación más coste-efectivo, evitar sobrediagnósticos, y establecer protocolos de seguimiento tras una señal positiva. Además, es fundamental evaluar cómo se integraría esta prueba con los actuales programas de cribado para evitar duplicidades y optimizar recursos.
La MCED se encuentra actualmente en fase de desarrollo, pero estudios como este permiten anticipar su impacto potencial en salud pública. Si logra superar las barreras técnicas y regulatorias, podríamos estar frente a una herramienta que marque un antes y un después en el diagnóstico precoz del cáncer.
En un futuro no tan lejano, un simple análisis de sangre podría salvar miles de vidas detectando silenciosamente el cáncer mucho antes de que dé la cara.