Un grupo de investigadores internacionales, liderado por científicos de la Universidad McGill (Canadá), ha lanzado una seria advertencia sobre el impacto ambiental de los antibióticos en los ecosistemas fluviales. Según su estudio, publicado en la revista científica ‘PNAS Nexus’, aproximadamente 8.500 toneladas de antibióticos utilizados en medicina humana (alrededor del 30% del total mundial anual) acaban vertidas en los ríos, incluso después del tratamiento en estaciones depuradoras.
Esta contaminación invisible pero persistente está generando preocupación entre los expertos, ya que no solo afecta a la biodiversidad de los ríos, sino que también representa una amenaza directa para la salud humana. La continua exposición de bacterias a pequeñas cantidades de antibióticos en el entorno acuático puede fomentar el desarrollo de cepas resistentes, reduciendo la eficacia de estos medicamentos esenciales.
“Queremos enfatizar que este trabajo no pretende demonizar el uso de antibióticos, sino visibilizar un efecto colateral no deseado de su uso globalizado”, afirmó Heloisa Ehalt Macedo, autora principal del estudio y experta en geografía ambiental de la Universidad McGill . “Nuestro modelo nos permite identificar dónde es más probable que estas sustancias estén presentes en niveles preocupantes”.
Para elaborar el informe, los investigadores desarrollaron un modelo global de predicción y lo contrastaron con mediciones de campo en 849 localizaciones de ríos en todo el mundo. Una de las conclusiones más alarmantes fue que el riesgo de contaminación por amoxicilina (uno de los antibióticos más comunes) es especialmente alto en zonas del Sudeste Asiático, donde el uso es elevado y las infraestructuras de tratamiento de aguas residuales son insuficientes.
Otro de los aspectos preocupantes es que el estudio se centró exclusivamente en los antibióticos de uso humano, sin tener en cuenta las aportaciones de la industria farmacéutica ni del sector ganadero, que también vierten grandes cantidades de estos compuestos al medio ambiente. Según Jim Nicell profesor de ingeniería ambiental en McGill y también coautor, esto significa que el problema podría ser aún mayor de lo estimado.
Bernhard Lehner, coautor del estudio y profesor de hidrología global en el Departamento de Geografía de la Universidad McGill, insiste en la urgencia de establecer planes de acción: “La aparición de antibióticos en el medio acuático no es sólo una cuestión ambiental, sino de salud pública. Necesitamos políticas que prioricen el monitoreo, la innovación en tratamiento de aguas y el uso responsable de estos medicamentos”.
Además de los impactos en la salud humana, los antibióticos pueden alterar los equilibrios naturales en los ecosistemas fluviales, afectando desde microorganismos esenciales hasta peces y otras especies acuáticas. En este contexto, el estudio hace un llamamiento a las autoridades y organismos internacionales para reforzar el seguimiento de residuos farmacéuticos y actuar sobre los puntos críticos del planeta.
En definitiva, este trabajo científico pone sobre la mesa un reto ambiental que hasta ahora ha pasado desapercibido, pero que debe abordarse cuanto antes para evitar consecuencias más graves en el futuro.