Con motivo de la celebración del Día Mundial de la Prevención de los Trastornos por deficiencia de yodo, ayer 21 de octubre, la SEEN señaló que el yodo es un micronutriente imprescindible para el organismo, es esencial para la formación de hormonas tiroideas, que son esenciales en la regulación del metabolismo, el crecimiento y el desarrollo neurológico.
No obstante, la vocal del Comité Gestor del Área de Tiroides de la SEEN, la doctora Silvia González Martínez, advirtió que "algunos estudios recientes evidencian un importante descenso del consumo de yodo en Europa". Por ello, la SEEN lanzó la campaña 'Que sea poca…pero que sea yodada' en sus redes sociales con el fin de concienciar a la población sobre la importancia de este micronutriente para el organismo.
En este sentido, la endocrinóloga destacó que la deficiencia de yodo puede tener consecuencias importantes para la salud como la aparición de bocio, nódulos tiroideos o alteraciones en la función tiroidea. "Los casos más graves se producen en las primeras etapas de la vida cuando la deficiencia de yodo puede afectar al crecimiento y al desarrollo neurológico de los niños", aseguró la experta.
Más habitual en niños y mujeres
Además, existe un mayor riesgo en personas que siguen dietas vegetarianas o veganas. Aunque el déficit de yodo puede aparecer a cualquier edad, es más habitual en niños y mujeres, sobre todo durante el embarazo y la lactancia.Así, un estudio reciente realizado entre mujeres gestantes en Asturias puso de manifiesto que un 52% de las embarazadas no alcanzaba valores de normoyoduria, lo que, en palabras de la endocrinóloga, "refleja una tendencia creciente en Europa, donde se observa un empeoramiento de la nutrición de yodo por los cambios en los hábitos de consumo como la reducción de lácteos y el aumento de dietas basadas en alimentos de origen vegetal".
La principal recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para prevenir el déficit de yodo a cualquier edad es incorporar sal yodada en la dieta. A este respecto, la doctora González Martínez puntualizó que "no se trata de consumir más sal, sino de que la que usemos sea yodada". Además, algunos alimentos ricos en yodo, tales como como los lácteos, huevos, pescados y mariscos pueden contribuir a aumentar el aporte de este micronutriente.
Por último, la endocrinóloga hizo hincapié en que evitar el déficit de yodo es crucial para favorecer el adecuado desarrollo neurológico en la infancia y prevenir enfermedades tiroideas en la edad adulta.