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ANATOMÍA HUMANA EN EL MUNDO VEGETAL

Antropomorfismo en el reino vegetal: plantas que son como nosotros

Desde diminutos hombrecillos colgantes hasta partes concretas del cuerpo, muchas plantas adquieren formas muy sorprendentes y se hacen populares en las redes. Repasamos algunas de las similitudes entre plantas y anatomía más conocidas poniéndolas en su contexto botánico.

La inflorescencia de Psychotria elata parece unos labios al comienzo de su desarrollo

La inflorescencia de Psychotria elata parece unos labios al comienzo de su desarrollo Avax News

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Las plantas son siempre unas maestras del engaño. Su vida estática las obliga a atraer a quien les interesa (polinizadores, por ejemplo) y disuadir a los indeseables (herbívoros hambrientos). En última instancia el desarrollo de formas, colores, olores y sabores se encargarán de cumplir con estos propósitos. Nosotros mismos no somos ajenos a estas estrategias (por ejemplo, cuando disfrutamos del sabor de la fruta), pero a veces la plasticidad de las formas de las plantas consiguen efectos insospechados. Pensemos por ejemplo en Psychotria elata.

Esta planta es popular en internet porque presenta unas estructuras que recuerdan muchísimo a unos sensuales labios. En realidad se trata de dos hojas modificadas que protegen un pequeño conjunto de flores y atraen con su color, debido a la presencia de carotenoides, a insectos polinizadores. El “efecto labios” sólo se da cuando la inflorescencia es joven: cuando las flores se abren se entiende mejor esta estructura.

Otro ejemplo muy popular son los frutos de las llamadas “bocas de dragón” (género Anthirrinum). Las propias flores de esta planta parecen pequeñas máscaras con una boca que se abre y se cierra (de ahí el nombre popular), pero cuando los frutos maduran se transforman en unas cápsulas abiertas por tres orificios que recuerdan vagamente a un cráneo humano.


La tétrica cápsula de las bocas de dragón (Fuente: laajala en Flickr)

Las orquídeas, que son muy buenas en cuestión de adoptar muchas y muy diversas formas, también cuentan con un buen número de flores que parecen lo que no son. Dentro de las que viven en nuestro entorno, por ejemplo, hay una especie (Orchis anthropofora), cuyas flores recuerdan a un cuerpo humano, de forma que el ramillete completo parece llevar colgando un puñado de monigotes.


Orchis anthropophora parece llevar monigotes colgando (Fuente: Björn S en Flickr)

Aunque si hubiese que escoger la planta antropomorfa más influyente desde un punto de vista histórico, quizá esta sea la mandrágora (Mandragora officinalis).

Esta planta, de la misma familia que la patata, desarrolla unas raíces muy gruesas que a menudo se bifurcan generando formas curiosas que pueden recordar a un cuerpo humano. Si a esto se le une el hecho de que la raíz tiene conocidos efectos narcóticos (fue el único anestésico realmente fiable de la antigüedad) y alucinógenos, no debe sorprendernos que se ganara una fama algo sobrenatural.

En tratados farmacológicos medievales no es difícil encontrarla dibujada como si se tratara de una persona, e incluso se especificaba su sexo dependiendo de si la raíz parecía tener pene o no. Esta herencia de la mitología farmacológica la vemos aún representada hoy, por ejemplo, en El Laberinto del Fauno, o en Harry Potter.


Raíz de mandrágora ilustrada de forma realista, frente a interpretaciones medievales (Fuente: botánica.cz)

A los botánicos nunca les ha temblado el pulso a la hora de nombrar las plantas según la parte del cuerpo a la que le recordaba, incluso cuando se trataban de asociaciones más o menos subidas de tono.

Al llamado “aro titán” (a menudo citada como la flor más grande del mundo, algo que sin embargo no es correcto pues se trata de un conjunto de varias flores) le corresponde el nombre genérico de Amorphophallus, que literalmente quiere decir “falo amorfo”. Por otra parte, a una delicada flor de la familia de las leguminosas, Linneo le dedicó en el siglo XVIII el nombre de Clitoria por su semejanza con los genitales femeninos.


Amorphophallus y Clitoria (Fuente: Wikicommons)

Los parecidos anatómicos se han extendido también por tanto a órganos concretos del cuerpo. Distintas plantas han recibido el nombre común de “hepática” por presentar formas lobuladas que recuerdan a la forma del hígado.

En la antigüedad se pensaba que este tipo de formas indicaban qué partes del cuerpo podían sanar esas especies, así que esas hepáticas a menudo se prescribían contra males del hígado, así como la especie Lobaria pulmonaria (en este caso un liquen, y no una planta) se creía adecuada para los males respiratorios, ya que su aspecto esponjoso recordaba a la estructura de los pulmones.


El liquen Lobaria pulmonaria recuerda al aspecto esponjoso del pulmón (Fuente: Wikicommons)

Aunque la forma de las plantas puede responder a distintos factores, desde luego asemejarse a partes del cuerpo humano no responde a ningún patrón evolutivo concreto. Debemos explicar estas curiosidades, más que en la naturaleza de las plantas, en términos de nuestra propia percepción: somos muy propensos a encontrar caras y formas familiares en los más diversos ambientes sin que ello quiera decir que el parecido tenga ningún significado. Es a este fenómeno al que llamamos pareidolia.

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