Francisco, Pablo y Carlos son tres españoles que se han tenido que buscar la vida fuera de España y por eso han tenido contacto con algunas de las embajadas españolas. Jordi Évole quiere saber cuál ha sido la relación con ellas.

A Pablo Prieto, ex seleccionador de fútbol sala en Libia, le pilló la revolución que acaba con el Gobierno de Gadafi. En ese momento, acudió a la embajada española para ver qué hacía. Allí le atendió un policía y un funcionario, el embajador no estaba. Le mandaron al aeropuerto. Salió de Libia por Repsol y por una gestión su familia “en ningún momento por una gestión por la embajada en Libia”. “Mi embajada es Repsol, no la embajada española”.

Francisco de Arratia es un empresario en Marruecos. Tenía un negocio de hostelería allí y ocuparon su negocio y le amenazaron. La embajada no quiso saber mucho del tema. Les aconsejó crear una plataforma sin verse involucrada.

Carlos del Olmo, empresario en Senegal, no se ha relacionado con las embajadas porque no tienen preparación para mandar a un país. “No tienen ni la más remota idea de cómo funciona un país”, “se dedican a vivir en su burbuja”.

Por su experiencia con las embajadas, Carlos asegura que es un departamento comercial del país.