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¿POR QUÉ LAS MUJERES JÓVENES ABANDONAN SU CARRERA PROFESIONAL?

Universitarias que eligieron ser amas de casa

La situación del empleo, el deseo de no tener una vida dedicada al trabajo, la vuelta a la crianza del apego, el posible viraje al conservadurismo de los millenials… ¿qué factores pueden llevar a las mujeres jóvenes al abandono de la carrera profesional?

-Una joven compra en el supermercado.

Una joven compra en el supermercado.Getty Images.

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Hace unos años, descubrí con sorpresa que una de mis tías políticas había estudiado la carrera de Biología y que la había sacado con notas excelentes. Le apasionaba el mundo de los laboratorios pero nunca se planteó ejercer. Mi tío es médico y los dos consensuaron que con su sueldo sería suficiente. Él se encargaría del sustento económico y ella del ámbito doméstico.

“Fue una decisión de los dos, su salario iba a ser más alto que el mío y lo preferimos así”, recalca mi tía despejando la incógnita del machismo. Todo esto, a finales de los 80. Más tarde, tuvieron dos hijos. Transcurrió la infancia de mis primos y mi tía siguió sin animarse a probar con su oficio a pesar de que seguía siendo joven.

A mí, aquel descubrimiento se me antojó una locura. Casi tan descabellada como cuando supe que una antigua conocida se había metido a monja a las puertas del siglo XXI. Profeso hacia las amas de casa y su esforzada y escasamente reconocida labor el respeto que todos deberíamos tener; pero, en aquel momento, no era capaz de entender qué podía llevar a una universitaria -como lo era yo entonces- a no querer desarrollarse como profesional.

Si viajo a una generación más atrás, no puedo dejar de pensar en mi abuela, que cada vez que puede me recuerda la suerte que hemos tenido sus hijas y nietas de cursar una licenciatura. Ella, en cambio, tuvo abandonar los estudios por mandato de su padre, a pesar de ser una alumna brillante. Le dieron a elegir entre costura o mecanografía, además de las clases de piano, pero no con miras al mercado laboral sino “por tener una ocupación” entre que se casaba y no. Así de duro.

Los millennials quieren novias amas de casa

Recientemente, un estudio publicado en Estados Unidos, del que nos hicimos eco en Tribus Ocultas, detectaba en este país una vuelta al conservadurismo por parte de los millennials. Repetimos: jóvenes nacidos entre los años 1982 y 2000. Según el informe, en ciertos ámbitos se había producido un retroceso de esta generación (especialmente entre los más jóvenes de ellos) respecto a la anterior, la X.

Entre las tendencias detectadas, se percibía el deseo de que la mujer volviera al ámbito doméstico. A falta de estudios recientes sobre el tema en nuestro país, hablé con varios jóvenes españoles que negaban la mayor, tanto en sus casos como en sus círculos cercanos. Pero, tras publicar el artículo, varias compañeras periodistas me alertaron de que estaban observando ese anhelo entre las becarias actuales de sus respectivas redacciones.

¿Retroceso en las nuevas generaciones?

“¿Y qué pensáis que les puede estar llevando a estas decisiones?”, les pregunté. Me dieron varias hipótesis: unas señalaban que apreciaban en ellas menos ambición profesional y un comportamiento político más conservador; otras, culpaban al desengaño que habían vivido estas jóvenes en el modelo familiar en el que se habían criado: familias en las que los dos miembros trabajaban y en las que, por ello, se había reducido la comunicación, el vínculo afectivo, etcétera.

“Veo un retroceso impresionante en las nuevas generaciones, incluida la mía”, me contó al hilo una colega que acaba de cumplir 30 años: “He visto a compañeras de la universidad decirme con firmeza que cuando se quedaran embarazadas pondrían fin a sus carreras para dedicarse a sus hijos. Y he visto a becarias priorizando amores de juventud por encima de rematar un buen reportaje”.

Conseguí hablar con varias de esas becarias. Algunas procedían de América Latina y habían venido a España a cursar masters y a hacer prácticas. Como se sabe, el modelo de familia tradicional en estos países tiene más peso que en Europa, pero seguía sorprendiéndome su decisión si tenía en cuenta que habían cruzado el Océano para continuar con su educación.

“¿Y qué problema hay? Seré una mujer cultivada y continuaré formándome en mi casa. Pero mi prioridad será bienestar de mi familia”, me explicó Liliana, licenciada en Periodismo y procedente de Perú. Lo tenía clarísimo.

La tendencia, sin embargo, no es tal en España, según diferencia Marisa Sotelo, directora de la Fundación Mujeres. “No hay un estudio que destaque este perfil ni en la Fundación hemos detectado estos cambios. A menudo, trabajamos con adolescentes y los indicadores no hablan de una vuelta al modelo de familia tradicional. Al contrario, la mayoría de las mujeres sabe que va a trabajar, para ellas el empleo remunerado es una realidad como alternativa futura”.

Madres en edad tardía en plena crisis

Lo que sí ha producido la crisis es la salida del mercado laboral de mujeres que han sido madres en edad tardía. “El abandono del trabajo, en caso de producirse, se da más en estos márgenes de edad. Más que de deseo de volver al hogar, podríamos hablar de una dificultad para el empleo, pero siempre refiriéndonos a personas en torno a los 40. Ese abandono puede tener relación con la dificultad de compaginar la maternidad con las tareas domésticas; pero no con un cambio de cultura en las universitarias”, distingue Sotelo.

Todavía en la treintena, Rocío fue en su día una entusiasta alumna de Comercio Internacional y Turismo. “Me gustaba viajar y quería ver mundo, por eso elegí esta carrera”, recuerda. Mientras iba a clases su intención era ejercer su profesión en el futuro.

Una vez que se diplomó y fue consciente de la realidad laboral, viró hacia el mundo de la formación y del e-learning, siempre dentro del sector del turismo. “Aprendí mucho y era un campo que me gustaba también. Pero cuando nació mi hijo hace seis meses, decidí con mi pareja que de momento me dedicaría a su crianza. Viendo cómo estaba el mundo laboral, cómo son los salarios y los horarios, creímos que era la mejor opción”.

El novio de Rocío es funcionario, trabaja de maestro, razón por la que podían permitirse que ella se quedase en casa “cuidando, educando y formando” a su bebé. “Hemos ganado en calidad de vida, porque disponemos de mucho tiempo para disfrutar los tres juntos. Además, tenemos la certeza de que si nos equivocamos, será cosa nuestra, no de alguien al que apenas conocemos. Tampoco queríamos cargar a nuestros padres con el cuidado obligatorio de un niño, aunque lo vean a diario”.

Juzgadas por elegir ser amas de casa

A pesar de que ya ha comprobado los beneficios que, para su caso, ha supuesto la decisión, Rocío confiesa haberse sentido juzgada. “Lo bueno es que tengo memoria de pez… aunque sí me repiten mucho lo de dejar de cotizar. A mí, a día de hoy, me compensa porque, por otro lado, ni siquiera nadie puede asegurarnos que vayamos a tener pensiones en el futuro”.

Tras un tiempo de prácticas, la ingeniera Elena fue contratada a los 24 años por una empresa de tecnología en Madrid. No eran el puesto ni el sueldo de sus sueños, pero su trabajo le permitía aprender a diario y viajar, actividad que le motivaba al comienzo. “Todo el mundo me decía que había tenido mucha suerte”, rememora.

Cuando estudiaba, ni siquiera llegó a plantearse que algún día sería madre. “A esas edades, es común no saber apenas nada. Tienes la norma social, que a grandes rasgos te dicta un camino, pero la vida va introduciendo cambios en el guión”, reflexiona. Poco tiempo después de comenzar su vida laboral, se quedó embarazada y se vio obligada a abandonar su empleo por no poder compaginarlo con la crianza del niño.

“¿Por qué elegí la opción de quedarme en casa? Pues porque creo que tampoco me planteé muy seriamente lo contrario. Invertí mi energía más en autoconvencerme de que no pasaba nada que en valorar y sopesar… esto es un proceso íntimo, así que nadie, salvo mi pareja, supo nada hasta que no estuve tranquila acerca de mi futuro. Me dije: 'con lo que sea estarás bien'. Y así ha sido”.

Crianza con apego de los hijos

Elena está feliz con su vida aunque admite que desconoce cuál sería su grado de alegría de haber escogido otras opciones. Abortar, plantea, o compaginar la maternidad con un trabajo que le requería horas y demasiado esfuerzo. “Sólo sé que entonces no tendría a Manuel. Y me gusta Manuel. No creo que tenga sentido echar demasiado la vista atrás ni tengo la sensación de haberme perdido algo realmente importante. Estamos todos bastante contentos”.

Ciertas corrientes del feminismo se han empeñado en defender esta elección, máxime en un contexto en el que la maternidad que reivindica la crianza del apego ha vuelto a cobrar vigor. Por otra parte, ha venido calando la idea de que la igualdad se ha producido de forma engañosa, de que ha sido un timo, pues siguen recayendo sobre la mujer el grueso de los trabajos asociados a la casa.

Sin embargo, de nuevo Sotelo apunta los matices: “Quizás lo que está empezando a mutar es la cultura de los más jóvenes en relación al empleo. Los millennials han decidido que quieren trabajar pero que también quieren vivir".

"La falta de calidad del empleo hoy en España sí puede llevar aparejada la salida de la mujer del mercado laboral. No es tanto un retroceso a la familia tradicional como un cambio hacia relaciones laborales que permitan más autonomía, a modelos familiares no tan centrados en el empleo. Y esto no tiene que ver sólo con la familia sino con el tiempo libre y con otra manera de vivir”, añade.

Aunque no hay estudios por género que abunden en estos datos, no es habitual encontrar a una universitaria (o universitario) que se plantee a priori descartar del horizonte la salida profesional. “La que llega a la universidad tiene claro que quiere desarrollar una trayectoria en el mercado, otra cosa es que se tuerzan las cosas por el camino”, concluye Sotelo.

De lo que no hay duda, zanja la directora de la Fundación Mujeres, es de que esta generación va a demandar más medidas de conciliación que, a la larga, podrían desembocar en modelos más equilibrados. Al fin y al cabo, dedicarse al ámbito doméstico no deja de ser una opción más en la que tanto hombres como mujeres deberían poder elegir.

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