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LIBROS INFANTILES INNOVADORES, FRESCOS Y MUY BIEN PENSADOS

La renovación de la ilustración infantil: conocemos el trabajo de María Ramos

Esta joven artista de florida trayectoria, que cuenta con experiencia en el mundo del fanzine underground, compagina su actividad actual como ilustradora y autora de libros infantiles con la docencia, dando clases en el IED de Madrid.

-Ilustración de María Ramos

Ilustración de María RamosMaría Ramos

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En la primavera de 2018 han visto la luz sus dos primeros álbumes de la mano de Fulgencio Pimentel e Hijos, dos publicaciones totalmente recomendables, objetos de precioso valor para los más pequeños que sin duda entrañan interés para todas las edades. Hablamos con ella sobre su actividad, influencias y planes.

Nació en Cáceres en 1984 y se licenció en Bellas Artes en la Universidad de Salamanca. Se trasladó a Madrid y junto a varios amigos creó Crispis, un estudio de música e ilustración del que nació ‘Bababum’, su primera colección de cuadernos de juegos para niños. A través de Ultrarradio publicó el divertidísimo fanzine ‘Gatomatona’, ha trabajado para Mamut Cómics, Fosfatina, el Ayuntamiento de Madrid, la revista Kiwi e internacionalmente a través de la agencia Studio Pony.

Durante la primavera de 2018 y gracias a Fulgencio Pimentel e Hijos, la rama orientada al público infantil de Fulgencio Pimentel, editorial de brillante catálogo, María Ramos ha visto editados con esmero sus dos primeros álbumes ilustrados, tan cuidados en forma como en contenido, tan tiernos como divertidos.

El primero, Picnic, ilustra un día de campo envuelto en un halo de melancolía completamente universal que evoca cualquier recuerdo de niñez en cualquier momento y en cualquier lugar. Resulta tierno y remoto como la infancia misma, y la propia María conserva en su memoria muchas experiencias relacionadas: “En mi familia eran sagrados los domingos en el campo. Dábamos largos paseos y en invierno hacíamos lumbre en una vieja casa de campo. Era muy grande y tenía una cocina con hornillos de leña. Era un poco melancólico sobre todo porque al día siguiente había que ir al colegio.”

En este trabajo se aprecia en plenitud el cuidado extremo que la artista deposita en el diseño y la paleta de colores, en busca de la sencillez, el impacto, la naturalidad y cierto espíritu punk. Se trata de una mezcla muy personal y estudiada que se nutre de referentes diversos: “Me influyen mucho los mundos de la pintura, la escultura o el diseño. Rothko, Twombly, Calder, Donald Judd, Fredun Shapur o Paul Cox, pero saco aún más referencias de la cultura popular como las películas de los noventa, el diseño de los objetos de la muñeca Chabel, los dibujos animados… Las referencias son las mismas para ilustración y para cómic. Para mí álbum ilustrado y cómic son lo mismo”.

Esta unión de géneros que normalmente se distinguen en disciplinas separadas consigue que en su obra encontremos tantas sutilezas, experimentales, sensibles y muy trabajadas. ¿Pero cuáles eran esos dibujos animados y películas que tanto la influyeron durante su propia infancia? “Madrugaba mucho los fines de semana para poder ver los dibujo que yo consideraba buenos, los de calidad. Era muy crítica con eso. Me gustaban mucho ‘Dragones y mazmorras’ y ‘Los Snorkels’. Y una película que me marcó fue ‘Alicia en el país de las maravillas’, la veía con la boca abierta, no entendía muchas cosas, por eso me gustaba. La parte de la morsa y el carpintero era escalofriante pero aun así me quería comer ese pan que hacen rebanadas. ‘E.T.’ también me marcó, no la pude terminar nunca, salía corriendo cada que lo veía. Imagino que volvió a su planeta.”

La segunda y reciente publicación es un proyecto muy especial: ‘El libro del futuro’ propone enviarle una carta muy completa a tu yo venidero. Se trata de un cuaderno de actividades destinado a recoger personalidad y secretos de niños y niñas que, una vez completado, se envía a Fulgencio Pimentel para que ellos lo guarden en una cápsula del tiempo durante quince años. Este libro que ahonda en el lado más mágico de la Física anima a los lectores a dibujar, recortar, pegar, escribir y reflexionar.

La editorial se compromete ante notario a hacer llegar todos los libros del futuro a sus dueños del futuro, cuando los quince años hayan pasado. Además, se destina un 1% de los beneficios a la investigación que el científico Ronald Mallet está llevando a cabo para construir una máquina del tiempo. Es un proyecto precioso, emocionante y muy divertido.

Si ‘El libro del futuro’ hubiera caído en manos de la chispeante María cuando ella tenía, por ejemplo, ocho años, habría afrontado páginas como la que pregunta por tu cosa favorita o la del regalo que más te gustaría recibir así: “Supongo que mi cosa favorita era mi peluche de Isidoro, y de regalo segurísimo que habría puesto un perro y la Nintendo 64. Nunca conseguí ninguna de las dos.”

A día de hoy realizar sus propios dibujos animados es uno de sus mayores sueños y parece sólo cuestión de tiempo que acabe por hacerse realidad. Respecto a esta posibilidad se pronuncia con profundo entusiasmo: “Buaaaaah, ¡ya me gustaría a mí! Es lo que más ilusión me hace de todo, esa sí que sería mi cosa favorita. Tendrían que ser muy locos. No en el sentido de locura histérica o mágica, ni que los personajes griten o les explote la cabeza. De hecho serían muy tranquilos. La locura estaría más en las historias. Como pasa en los ‘Moomin’ de Tove Jansson o en las historias de los libros infantiles de Tomi Ungerer, donde te cuestionan todo el rato qué es lo normal en nuestra vidas.”

María Ramos también crea muñecos artesanalmente e imparte talleres en los que enseña a realizarlos de forma sencilla y accesible, empleando normalmente “material para reciclar: muñecos viejos, calcetines, restos de cartulinas de otros trabajos o unas cajas de fideos chinos”. Esta actitud forma parte de la conciencia de ecología y sostenibilidad de la autora, que también adquiere un gran protagonismo en ‘Picnic’. Los resultados son tremendamente entrañables, así que no perdáis la oportunidad de apuntar a vuestros cachorros cuando se presente la próxima ocasión.

Para María es crucial tomarse en serio la búsqueda de la fórmula perfecta y de todo lo que hace se desprende un gran disfrute a la hora de crear objetos bonitos y llenos de gracia. Le dedica mucho tiempo a este estudio y llega a encariñarse personalmente con los personajes y escenarios creados: “Me tengo que enamorar de la atmósfera, de cada cosa. Tiene que tener su propia personalidad, como si cobrara vida y fuera ajena a mí.”

También encontramos un lugar de honor en su imaginario para las emociones intuitivas, las mezclas eclécticas y el misterio, como la que se manifiesta en la presencia constante de la figura de la estrella, cuya procedencia concreta María ignora: “¡No tengo ni idea! Es algo que vengo observando y no consigo descifrar. Nunca he sabido dibujar bien las estrellas. Pero todo lo que sea cósmico o esotérico me flipa. Y, a la vez, dibujar estrellas es un poco hortera. Creo que por ahí va la cosa.”

La actitud de la autora ha ido mutando con los años. Donde en sus primeros fanzines se manifestaba una temática underground de corte clásico y adulto, la unión de mundos que no suelen unirse la ha llevado actualmente a una fusión de géneros y estilos que considera en esencia más punk que nunca: “Mis comienzos con los fanzines eran algo muy torpe e ingenuo. Supongo que creía que era lo que había que hacer. Ahora pienso todo lo contrario, es más punk dibujar estrellas y decir que el cómic y el álbum ilustrado son lo mismo que dibujar tíos o tías chungas dándose de hostias.”

El resultado de su trayectoria es tremendamente refrescante y renovador y todavía queda muchísimo camino por andar. No le perdáis la pista en su Instagram.

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