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Fe, razón, amor y obsesión

¿Es posible que la persona más atea del mundo se pueda convertirse en ultrareligiosa?

Parece imposible, pero es lo que le sucedió al prestigioso periodista norteamericano Lee Strobel. Su fascinante historia se ha materializado en 'El caso de Cristo', adaptación cinematográfica del libro homónimo de Strobel que ahora llega a nuestras pantallas. Te contamos su historia.

-El caso de Cristo

El caso de CristoAgencias

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Como dijo John Lenon: “He experimentado de todo, y aseguro que nada es mejor que estar en los brazos de alguien que amas”. Y esto lo digo porque, gracias o por culpa del amor de su mujer, 'Lee Strobel' tomó la que probablemente fue la decisión más radical de toda su vida. Strobel fue un prestigioso y premiado periodista del 'Chicago Tribuney' y ateo confeso.

Tras años renegando del cristianismo emprendió un intenso y complejo proceso de investigación que lo llevó a convertirse, paradójicamente, en un apasionado defensor del cristianismo. Hasta el punto de que incluso llegó a liderar 2 de las iglesias más grandes de los Estados Unidos ¿Cómo es posible?

Llegaron los 80, Strobel era un treintañero de ideas frescas absolutamente convencido de su ateísmo. Y no sólo eso, sino que luchó con uñas y dientes cual Nietzsche con el único fin de demostrar a toda costa que el escepticismo era la única religión posible. Sobre todo a raíz de que Leslie, su mujer, se hiciera cristiana, hecho que repudió y que lo motivó todavía más en su titánica encrucijada.

A partir este momento se enfrascó en una odisea que lo llevó a entrevistarse con numerosos teólogos y expertos en la materia, algunos procedentes de la élite universitaria de Cambridge o Princeton. Su único propósito era el de rebatir y contradecir lo que para él no era sino un prodigio de superchería y marketing. Su obsesión por el tema hundió su matrimonio en una profunda crisis. A esto hay que sumarle los coqueteos de Strobel con el alcohol.

Y fue precisamente esta investigación de pretensiones anti-cristianas la que lo convirtió en cristiano, pero no en un cristiano al uso, sino en un fanático religioso obsesionado por su fe de la misma manera que en el pasado lo estuvo por su razón. 'Obsesión' es una palabra importante en la vida de Lee Strobel. Su historia parece un sketch de los 'Monty Python,' pero una vez más, la realidad supera a la ficción.

Strobel, al igual que, entre comillas, 'San Agustín,' quien precisaba de la necesidad de la razón para llegar a comprender las afirmaciones de la fe, tuvo que redimirse de sus pecados como ateo, darle la vuelta a la tortilla, y transformar las evidencias que convertían el cristianismo en un fraude en el libro 'The case for Christ,' con el que vendió más de 2 millones de ejemplares y ganó el 'Gold Medallion Book Award.'

Pues todo esto y más es lo que intenta plasmarse en la adaptación cinematográfica que ha tomado prestado el título del libro. Pero hablar de 'El caso de Cristo,' la película, no es lo que nos ha traído hasta aquí. Sólo destacar que está producida por 'Pure Flix,' una productora católica cuya misión es la de “transformar el espíritu humano a través de los valores y el entretenimiento”.

El libro intenta explorar con respeto y rigor, no sólo la conversión de Strobel al cristianismo, sino lo que para él puede que sea el eje central de todo su discurso: 'La Resurrección.' Según él: “A medida que profundizaba en la investigación mi ateísmo empezó a desmoronarse”. Y fueron las 'evidencias históricas' las que lo hicieron posible. Esa fue la clave para el escritor, una visión racional y exhaustiva de unos hechos, de unos textos, en los que se narra la vida de un hombre que murió crucificado y resucitó 3 días después. Solamente el hijo de Dios es quien está destinado a resucitar. Ese fue su mantra, suficiente para saciar su 'apologética'.

La apologética es la parte de la teología que defiende racional e históricamente los dogmas de la fe cristiana. Y yo creo que ese era justo el giro de 180º que estaba esperando y sobre el que edificó su imperio Strobel. Vamos, como 'Buñuel' cuando dijo aquello de: “Soy ateo gracias a Dios,” pero al revés.

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