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TE EXPLICAMOS QUÉ ES EL CROSSDRESSING

Así puedes travestirte por unas horas y llevar tetas de silicona como una muñeca sexual

Estos trajes de silicona tienen pechos y vagina, te embuten completamente y logran que parezcas una muñeca sexual o algo parecido a lo que el manga cree que es una mujer. Cuestan entre 200 y 3.000 euros, pero en todo el mundo hay locales especializados que los alquilan y te ayudan a maquillarte y vestirte como la mujer de tus fantasías. Te explicamos qué es el crossdressing.

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Una de las explicaciones de la pornografía masculina dice que el placer a veces no consiste tanto en ver a una mujer en actitud sexual sino en imaginar que tu eres esa mujer. Para algunos hombres, lograr aflorar esa feminidad, aunque sea durante un rato, ya es en sí una fantasía que ni siquiera precisa de un contacto sexual: basta solo con salir a la calle y que te miren vestido de mujer.

En España a todo esto se le ha llamado siempre “travestismo”, y tiene connotaciones de show nocturnos, que, además, se mezclan con cuestiones de género. Ahora, irrumpe un anglicismo para darle un poco de aire a esta fantasía y darle otro enfoque a querer ser mujer durante un rato, sin recurrir a la cirugía. El travestismo deja el testigo al crossdressing.

Sin embargo, la acepción de este término va un poco más allá. Aunque también se utiliza para cualquier persona que se “disfrace” del género contrario, en el fondo esta práctica cada vez se asocia más a hombres que utilizan máscaras, bustos, y bodys de silicona para convertirse, casi literalmente, en una mujer.

Son trajes que embuten la piel y transforman a los hombres en muñecas de latex. Caras de sexdoll y pechos neumáticos con una silicona muy similar a los implantes mamarios que se utilizan en cirugía. Aquí lo que se busca es parecer una muñeca, y que cuando pegues botes la tetas se muevan, como las de verdad. O como las “neumáticas” que se implantan las mujeres de verdad.

El crossdressing arrasa en Asia. China y Japón son los países donde se fabrican estos implantes y donde hay más demanda. Pero en todo el planeta hay clubs de crossdressing. En Madrid, Barcelona, Nueva York, Buenos Aires hay locales donde los hombres van a dejarse asesorar, alquilar las prótesis, vestirse, maquillarse y vestirse, y luego pueden quedarse a tomar algo con otros hombres “mutados”, o bajar a la calle a darse un paseo.

Bajar a la calle no es cualquier cosa. Es la gran prueba de fuego. Sentir cómo las miradas de la gente te dan un repaso: ¿doy el pego? ¿piensa que tengo buenas tetas? ¿doy un saltito y las hago botar? Fantasía pura y tetas de silicona.

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