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No saber leer le impide ir en Metro, renovar un seguro o leer un WhatsApp

Manuel tiene 45 años y no sabe leer: "Cuando aprenda pediré una Biblia"

Para muchos lo extraño no es que Manuel no sepa leer y escribir, sino que ahora “le de” por aprender. A sus 45 años, ignora lo que muchos conocen: qué pone en los carteles de la calle, cómo se llaman las paradas de Metro, y qué se siente al leer un libro. Manuel lleva unos meses estudiando y ya conoce las vocales y casi todas las consonantes, aunque algunas todavía se le resisten.

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La madre de Manuel decidió que él no debería ir al colegio, porque ella estaba enferma y necesitaba que alguien se encargara de ayudarle con las labores de la casa. Sus hijos mayores sí aprendieron a leer y escribir, pero Manuel y su hermano pequeño no.

Hoy, él tiene 45 años, trabaja de vigilante de seguridad y reconoce que las únicas palabras que sabe identificar a simple vista es Madrid, porque la ha visto escrita muchas veces, pero aun así no puede estar seguro de acertar al 100%, porque hasta hace muy poco no conocía ni el nombre de las vocales.

En su entorno gitano del barrio madrileño de Hortaleza, no haber ido al colegio no resulta extraño, y tampoco lo es para sus hijos.

Manuel se empeñó en que ellos sí tuvieran una educación, y se ocupó personalmente de llevarles al colegio todos los días, aun cuando eso supuso enlazar su jornada de ocho horas trabajando de noche, con ir a recogerles en casa a primera hora de la mañana para llevarles a clase.

Sin embargo, Manuel reconoce que había niños gitanos vecinos, de edades similares a los de sus hijos, que no fueron a clase y que, como él, no entraron en el colegio.

Para muchos, lo raro es que Manuel pretenda aprender a leer y a escribir a su edad. Reconoce que en su entorno se lo preguntan con curiosidad. “¿Cómo es que te ha dado por aprender a leer?”. Pese a ello, Manuel reconoce que la razón principal es quitarse de encima la dependencia de los demás.

Se siente impotente para ser libre, porque no sabiendo leer no puede ni tan siquiera ir en Metro. El subterráneo es un laberinto incomprensible para él, todas las paradas son iguales y solo las diferencia un cartel que no sabe desencriptar, el nombre de la estación y los transbordos son un acertijo imposible, pero es un problema más a sumar a cientos de ellos.

Ahora todas las gestiones se realizan con el móvil, él no puede acceder a internet, no lo entiende. Ni WhatsApp, ni realizar gestiones móviles.

Cada vez hay más procesos burocráticos online que le son vetados, que debe recurrir a su mujer o a algún hijo para que le ayude a realizarlos.

Pero se siente limitado, quiere ser él mismo quien pueda conducir hasta Barcelona, si lo desea. Ahora no sabe leer los carteles y se pasaría el desvío.

En la Comunidad de Madrid, la educación para adultos es totalmente gratuita. Los centros educativos donde se enseña a los mayores de edad a leer, o a sacarse la educación secundaria se llaman CEPA.

Y funcionan con los mismos profesores que encontraríamos en cualquier instituto público, pero especializados y enfocados a un alumnado que han pasado la mayoría de edad, que trabaja y que generalmente tienen personas a su cargo. De 18 a 100 años. La única condición es pasarte por ahí e inscribirte.

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