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algarabía por los pasillos, alcohol en exceso, tránsito continuo de maletas

Así es el infierno de convivir acorralado en un edificio tomado por 40 pisos turísticos

Luis es profesor de universidad, tiene 52 años, tenía una vida normal en el número 15 de la calle Príncipe, en el centro de Madrid, muy cerca del Teatro Español y en pleno Barrio de las Letras. Ahora en su edificio hay más de 40 pisos de alquiler turístico, solo quedan siete vecinos, y le da la impresión de que vive en un hotel. Y no precisamente de lujo: pandillas de jóvenes, algarabía por los pasillos, alcohol en exceso, tránsito continuo de maletas, en definitiva, el malestar y la sensación de vivir invadido.

-El infierno de convivir con 40 pisos turísticos en este edificio de Madrid

El infierno de convivir con 40 pisos turísticos en este edificio de MadridRemitido

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Lo que empezó siendo una alternativa de economía colaborativa para que los particulares disfrutaran o alquilaran pisos a buen precio no ha tardado en convertirse en una oportunidad negocio para empresas y fondos de inversión. El centro de las ciudades se llena de hoteles informales a base de pisos turísticos que llenan edificios enteros. Hay vecinos que resisten, pero rodeados de incomodidades, como la tribu de Astérix. Luis es uno de ellos.

"El portal es como la Casa de Tócame Roque: la gente se cambia ahí, gritan, insultan, se emborrachan. Cuando llegué a este barrio ya había ocio nocturno en las calles: bastaba con cerrar la puerta para dejarlo atrás. Ahora se ha metido dentro de casa", explica a Tribus Ocultas.

Un cartel en el portal de la finca reza: Like Home Madrid Apartments. En su web, de tono alegre y Mr. Wonderfulesco, se lee que la iniciativa nació de “tres apasionados de los viajes, ciudades, gentes y culturas cuya meta es conseguir que te sumerjas en la historia y vida de la ciudad haciéndote sentir lo más cercano posible a la comodidad de tu hogar”. Es justo lo contrario que han conseguido hacer con la vida de los vecinos que permanecen. Además de Like Home Apartments, que gestiona los pisos, la propietaria es otra empresa llamada Mucor. García ha presentado sus quejas. ¿Qué le han dicho?

"Me ha dicho, directamente, que me joda. Y con muy malas maneras".

El profesor es propietario de su piso desde 1994, cuando lo compró debido a su buena situación, que le permitía ir trabajando a muchos lugares y una buena conexión con su lugar de trabajo. Pero fue alrededor de 2014 cuando la cosa se empezó a torcer. “El barrio se ha gentrificado: antes había comercio de proximidad, algo de resto gremial: anticuarios, peleterías, tiendas de ultramarinos. Ahora solo se puede comprar en un Carrefour Express”.

Como curiosidad: hay un vídeo en YouTube en el que David Bowie y Peter Frampton pasean por el Madrid de 1987 buscando un lugar para tomar una cerveza. Al pasar por la plaza de Santa Ana, muy cerca de donde García vive, lo que se ve son espacios verdes y niños jugando. Ahora es una plaza durísima, de puro cemento, en la que solo florecen las terrazas donde abrevan, mayormente, los turistas. Solo algunos ponen rosas en las manos de la estatua de Lorca.

“El turismo que viene a este edificio o son hooligans que vienen a partidos de fútbol o jóvenes vienen a beber. Con la ventaja sobre los hoteles de que aquí pueden meter el alcohol que les de la gana y celebrar fiestas que duren días”, protesta el vecino. Quejarse a la policía, añade, no sirve de nada.

¿Planes de futuro? “No lo sé, aguantar. No puedo vender este piso, porque esta finca ya la conoce todo el mundo. ¿Quién querría vivir aquí? Tampoco me planteo vendérsela a la empresa que me hace la vida imposible, claro. Y tampoco quiero abandonar a mis vecinas, algunas las conozco hace más de 25 años, sería aumentarles más el problema”, explica García, quien también señala la inseguridad que provoca vivir en un edificio del cuyo portal tienen llave cientos o miles de personas.

El avance de los pisos de alquiler turístico (gracias a plataformas como AirBnb y similares) por el centro de las ciudades es como una epidemia. En la muy tradicional y también muy turística plaza de Santa Ana solo quedan unos 14 vecinos, según señaló la Asociación de Vecinos de Sol y Barrio de Las Letras a comienzos de año.

En la zona de la Puerta del Sol y del barrio de las Letras ocho de cada diez portales albergan este tipo de pisos y cuarenta ya están totalmente copados. La ciudad se vacía de vecinos y se rellena de turistas ocasionales, con la consiguiente expulsión de la población y la conversión de las calles en algo más parecido a un parque temático que a una ciudad. Es el proceso de turistificación, también conocido como gentrificación 2.0, también conocido como procesos de destrucción de la ciudad.

“Estamos viendo casos de edificios en los que las empresas van copando pisos hasta dejar a vecinos con renta antigua o propietarios aislados totalmente rodeados. Se trata de situaciones de acoso, porque no se puede hacer vida normal cuando un edificio está tomado como hospedaje”, dice Esteban Benito, portavoz de la coordinadora vecinal Madrid Centro, que congrega a la práctica totalidad de las asociaciones de vecinos del distrito.

En algunas ocasiones, según señala el portavoz, esto se hace de manera ilegal, sin conseguir el permiso para el cambio de uso. “Hay falta de compromiso por parte de las administraciones públicas, concretamente del Ayuntamiento, que tiene que velar por la legalidad”, dice Benito.

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