Este hito se ha conseguido gracias al impulso de medidas a nivel estatal y autonómico, las acciones llevadas a cabo por Sociedades científicas y asociaciones de pacientes o la implantación de mejores prácticas para el manejo de esta infección.

En la actualidad, esto ha provocado que la prevalencia del virus C sea entre 3 y 4 veces más baja que la del virus B. Sin embargo, aún le quedan tareas pendientes al país para conseguir la eliminación de la hepatitis C. Lo que se conseguiría a través de tres iniciativas concretas.

La primera es a través del cribado universal, abogando por la necesidad de que toda la población adulta se haga, al menos una vez en la vida, una determinación de anticuerpos ante el virus de la hepatitis C (o cribado oportunista) a través de un simple análisis de sangre.

El doctor ha resaltado que a pesar de que esta medida ya existe en los planes de eliminación de la hepatitis C en Galicia, Andalucía y Cantabria, todavía hay disparidad e inequidad entre las diferentes regiones para diagnosticarla de forma precoz.

Dentro del cribado oportunista cabe remarcar la necesidad del cribado en los servicios de urgencias, dado que atiende, con frecuencia, a pacientes que no acuden a otros dispositivos asistenciales.

La segunda iniciativa, el diagnóstico integral, podría detectar si el paciente sufre más de una infección viral (por ejemplo, puede conocer si está infectado de hepatitis C o VIH, no solo de hepatitis B), especialmente si se sospecha que padezca una enfermedad de transmisión sexual.

Y por último, los programas de eliminación en las poblaciones vulnerables, a través del refuerzo del diagnóstico del tratamiento en aquellos pacientes en riesgo de reinfectarse (como los usuarios de drogas por vía parenteral, las personas que practican chemsex o sexo con drogas o los pacientes que consumen profilaxis preexposición (PrEP) para reducir las posibilidades de infección por VIH, entre otros).

La hepatitis D, un problema emergente

La forma más grave de hepatitis viral es la hepatitis D. Esto se debe a que su infección puede producir serios problemas hepáticos (como descompensación, cirrosis o desarrollo de carcinoma hepatocelular).

El único tratamiento disponible en España frente a la hepatitis D es el interferón, un agente que logra suprimir la actividad viral sólo en una minoría de pacientes tratados y que provoca muchos efectos secundarios.

A pesar de esto, existen nuevos avances farmacológicos con mayor eficacia y tolerancia contra la enfermedad, como bulevirtide, un antivírico autorizado por la Agencia Europea del Medicamento(EMA, por sus siglas en inglés) pero que aún no por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), tal y como ha detallado Marta Casado, especialista en Aparato Digestivo del Hospital Universitario Torrecárdenas (Almería).

Con todo esto, los expertos defienden la necesidad de establecer estrategias técnicas de cribado como el diagnóstico de un solo paso, un sencillo análisis para detectar hepatitis D en todos aquellos pacientes con hepatitis B.

Y es que este tipo de cribados solo se realiza en el 18% de las personas con hepatitis B cuando debería hacerse al 100% de los pacientes. La hepatitis D sigue infradiagnosticada en España debido a que todavía hay pacientes infectados con esta enfermedad que no se saben que lo están porque no se hace el cribado.

En términos generales, los expertos señalan la importancia del papel del especialista en Aparato Digestivo para la frenar la progresión de las hepatitis virales, a través del correcto diagnóstico (con pruebas de cribado que permitan su detección precoz) y el seguimiento de los tratamientos en este colectivo de pacientes.

Cada año, las hepatitis virales, fundamentalmente la B y la C, producen más de 1,5 millones de nuevas infecciones en todo el mundo, según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuya estrategia contra la hepatitis busca reducir en un 90% las nuevas infecciones y en un 65% las muertes de aquí a 2030.

Las hepatitis virales (cuyas principales cepas son de tipo A, B, C, D y E) pueden causar inflamación en el hígado, convirtiéndose en un grave problema de salud. La OMS estima, incluso, que el 78% de los casos de cáncer primario en hígado y el 57% de casos de cirrosis hepática son debidos a infecciones por hepatitis virales, especialmente, del virus B o C.

En conclusión, la hepatitis B, C y D no producen síntomas hasta que no están en un estadio muy avanzado y sus principales vías de contagio son por transmisión parenteral y/o prácticas sexuales de riesgo.