Uno de cada ocho participantes padecía algún tipo de trastorno mental como depresión, ansiedad e insomnio. El estudio desvela que los problemas psicológicos eran frecuentes en los adultos jóvenes y estaban relacionados con la salud cardiovascular. Estas personas deberían someterse a revisiones médicas periódicas y medicarse para prevenir el infarto de miocardio y el ictus, según señalan los autores del estudio.

El estudio investigó la asociación entre los trastornos mentales en adultos entre 20 y 39 años y los riesgos de desarrollar infarto de miocardio e ictus isquémico. Para ello, usó la base de datos del Servicio Nacional de Seguros Sanitarios de Coreoa, que abarca toda la población del país.

Para llevar a cabo esta investigación, se analizaron 6.557.727 individuos entre 20 y 39 años que se sometieron a exámenes de salud entre 2009 y 2012 y no tenían antecedentes de infarto de miocardio o ictus.

En total, 856.927 participantes (13,1%) padecían al menos un trastorno mental. Entre los que sufrían trastornos mentales, cerca de la mitad padecía ansiedad, y uno de cada cinco depresión o insomnio.

Los autores analizaron la asociación entre los trastornos mentales y los resultados cardiovasculares después de ajustar los factores que podrían influir en las relaciones, incluida la edad, el sexo, la hipertensión arterial, la diabetes, el colesterol alto, el síndrome metabólico, la enfermedad renal crónica, el tabaquismo, el alcohol, la actividad física y los ingresos económicos.

Los participantes con algún trastorno mental tenían un 58% más de probabilidades de sufrir un infarto de miocardio y un 42% más de riesgo de ictus que los que no padecían ningún trastorno mental. El riesgo de infarto de miocardio era elevado en todos los trastornos mentales estudiados, con una magnitud que oscilaba entre 1,49 y 3,13 veces.

Los autores del estudio han destacado que con él se demuestra que un número considerable de adultos jóvenes tiene al menos un problema de salud mental, lo que puede predisponerlos a sufrir infartos de miocardio e ictus. Además, señalan que futuras investigaciones deberían examinar los beneficios cardiovasculares que conlleva controlar los problemas psicológicos y vigilar la salud cardiaca en este grupo de edad.