Para llegar a esta conclusión los investigadores estudiaron el comportamiento de distintas personas. Así, cuando, a estos pacientes, se les suministró placebo (solución salina) por primera vez, no se comprobó ningún beneficio clínico, ni cambios neuronales asociados en el tálamo, pero tras repetidas administraciones de apomorfina antes del suministro de placebo, éste consiguió aumentar la actividad neuronal del tálamo además de generar una mejoría clínica (reducción de la rigidez muscular).

Cuanto mayores fueron las administraciones previas de apomorfina, más pronunciados eran los cambios neuronales y la mejoría clínica. Cuando la apomorfina se administró durante cuatro días seguidos, la administración posterior de un placebo indujo una respuesta que era tan grande como la generada por la apomorfina. Estos cambios duraron durante 24 horas.

Los investigadores suministraron apomorfina, días antes de la implantación quirúrgica de electrodos para la estimulación cerebral profunda, que es un tratamiento eficaz para la enfermedad de Parkinson. Durante la intervención, sustituyeron la apomorfina con un placebo y registraron las neuronas individuales en el tálamo, además de evaluar la rigidez muscular del brazo.

El doctor Fabrizio Benedetti, del Departamento de Neurociencia de la Escuela de Medicina de la Universidad de Turín, en Italia, y primer autor del estudio, ha explicado que "Estos resultados muestran que es posible enseñar a las neuronas en el tálamo a responder a los placebos, de manera que un placebo no respondedor se puede convertir en un respondedor al placebo".