Estamos a mediados del siglo XIX. La vida no es tan sencilla y la muerte se lleva por delante a una niña con todo por vivir. Sus padres, para mantener vivo el recuerdo, deciden gastarse gran parte de sus ahorros y posan junto a su hija muerta. Es un daguerrotipo, la técnica precursora de la fotografía que nació en 1839.
El lujo de fotografiarse con los muertos
Fotografiarse junto a los difuntos era una forma de mitigar la pena causada por el duelo. Les vestían con sus mejores galas e incluso, en algunas imágenes, resulta complicado diferenciarles de los vivos.
Sin embargo, el proceso era tan costoso, que pocas eran las familias que podían acceder a retratar a sus seres queridos. Por eso, en la época victoriana, cuando el daguerrotipo primero y la fotografía después ofrecen la posibilidad, solía hacerse únicamente cuando uno de los miembros fallecía.
El duelo perinatal y la fotografía
Este perturbador arte de capturar la muerte en una imagen lo aborda'Anoxia', la nueva novela de Miguel Ángel Hernández. Sus páginas revelan los misterios de la fotografía post mortem y el poder sanador que tienen las imágenes.
Hoy, casi dos siglos después de que naciera esta costumbre, todavía se reivindica. Es un proceso muy aconsejable para los padres y madres de bebés fallecidos durante la gestación. Con ese sencillo gesto logran visibilizar el llamado duelo perinatal.
Instantáneas que a través de los siglos pretenden hacer eternos a sus muertos.