Ray Loriga

Editorial: Alfaguara

Año: 2023

Sinopsis: Luiz quiere morir. Ya no es joven y, por muy privilegiada y divertida que sea su vida, se pregunta para qué seguir en este mundo. Por ello, ha planeado su suicidio asistido en una clínica de Suiza.

Yorick, editor de libros infantiles, acaba de pasar una grave enfermedad y decide aprovechar la segunda oportunidad. Los dos se conocen, tienen una amistad muy especial, pero Yorick no entiende por qué Luiz quiere morir.

Por qué recomendamos 'Cualquier verano es un final', de Ray Loriga

Aquí, como en todas las novelas de Ray Loriga, lo importante no es el qué, sino el cómo. No es tanto (que también) la historia, sino el cómo se cuenta la historia. En 'Cualquier verano es un final', el retrato lo protagonizan esos sentimientos irracionales capaces de apoderarse de nosotros en cualquier momento. Como le ocurre a Yorick con Luiz.

Loriga disecciona la amistad, la estira como un chicle y la lleva al límite, a la difusa frontera con el amor. Y en ese límite, algo confuso, algo tenso, se encuentra Yorick. "Nos gustaba vernos a menudo y no incordiarnos demasiado. ¿No es eso también (simplificando mucho) el amor?", se pregunta.

En este relato de una rara obsesión hay además humor y mucha ternura. Algunos pasajes se leen con la sonrisa tonta de quien se está enamorando; otros, con intriga, con la curiosidad de saber por qué Luiz quiere quitarse la vida.

Sin darnos cuenta nos encontramos en medio de un texto aparentemente sencillo, ligero, con reflexiones que se quedan clavadas en la memoria, hasta que nos acercamos al final y nos vemos envueltos en una nube de melancolía. Porque también hay algo de oscuro. "Incluso en mis relaciones más íntimas siempre he albergado la triste certeza de que el único elemento que sobraba era yo", reflexiona el protagonista.

El fin de la juventud, el paso del tiempo y la muerte también están presentes en cada página, como lo ha estado, esta última, en la vida del propio Ray Loriga. El autor ha superado una operación de un tumor cerebral y ha donado parte de su experiencia a Yorick. Los dos sufren parálisis facial, han perdido un oído, tienen problemas de visión, y los dos reflexionan sobre la muerte: "De jóvenes a todos nos encantaba hablar de la muerte. Quién, estando aún tan lejos, no coquetea con el placer de dejar de ser, frente al continuo y pesado hastío de ser".

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