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PAISAJE ÚNICO EN CANTABRIA

Las secuoyas del Monte de Las Navas, el bosque indultado de la tala

Este paraje de Cantabria no tiene igual en España. Y todo porque en los años 40 se decidió plantar allí 800 secuoyas para uso maderero. Cuando los árboles crecieron y ya eran productivos, ésta ya no era de interés industrial y no se talaron. El resultado, un gran bosque declarado Monumento Natural.

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Si buscamos en el diccionario de la Real Academia Española la forma correcta de escribir secuoya (palabra que viene del inglés ‘sequoia’), podremos leer un poco sobre este árbol, localizado en América del Norte, especialmente en la costa occidental, y con hojas parecidas a las del tejo. Entonces, ¿cómo es posible que podamos disfrutar de un gigantesco bosque de secuoyas sin movernos de la península Ibérica?

Así es. En Cantabria, concretamente en el monte de Las Navas, se encuentra un paraje singular en el que lo que hay son, precisamente, 850 secuoyas, formando uno de los bosques más bonitos y pintorescos de España. Y todo porque en la década de los años 40 se decidió plantar allí esa gran cantidad de árboles para, una vez crecieran y estuvieran listos, utilizar su madera para la industria. El problema surgió cuando llegó el momento de talarlos, pues ya no era productivo hacerlo, lo que obligó a desistir y dejar los árboles tal cual.

El resultado, un gigantesco bosque de casi tres hectáreas único en España y que actualmente, con sus 70 años de vida, alcanzan ya los 35 metros de altura, así como troncos con más de metro y medio de diámetro (nada comparado con los 100 metros de altura y siete metros de diámetro de los de algunos bosques de Norteamérica, pero impresionan de igual modo). Situado muy cerca de Cabezón de la Sal, su singularidad le valió en 2003 el título de Monumento Natural.

La secuoya no es el único árbol de este bosque, pues también tiene ejemplares de pino. Tratar de encontrarlos es una de las actividades que se pueden hacer en familia en el bosque, en el que se ofrecen visitas guiadas a través de la Oficina de Turismo de Cabezón de la Sal.

Se puede aprovechar la excursión, por ejemplo, para conocer algunos pueblos de la Ruta de los Foramontanos, la que transcurre por las primeras poblaciones que fueron repobladas tras las primeras victorias contra los árabes en el siglo IX, y la retirada de estos a la frontera marcada por el río Duero. Esta comienza precisamente en Cabezón de la Sal, para bajar por Mazcuerras y Cos hasta llegar, muchos pueblos después, en Brañosera.

Por cierto, si tienes tiempo en Cabezón de la Sal, no dejes de probar los palucos de Cabezón, un dulce elaborado con coco, azúcar, miel y huevos, entre otros ingredientes. El mejor broche a un día entre secuoyas sin salir de España.

Más información:
Turismo de Cantabria

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