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España

Un pueblo al borde de un precipicio

La situación de la localidad catalana de Castellfollit de la Roca es impactante

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Lo primero que debes preguntarte si estás pensando en visitar Castellfollit de la Roca es, ¿tienes vértigo? Si la respuesta es afirmativa, piénsatelo dos veces aunque, realmente merece la pena arriesgarse y superar los pequeños miedos para disfrutar de uno de los paisajes más increíbles que ofrece a los turistas esta Comunidad Autónoma. Esta localidad, cuyo nombre ya ofrece pistas sobre lo que nos podemos encontrar en ella, es uno de los municipios más pequeños en cuanto a extensión de toda Cataluña. Cuenta con menos de 1 kilómetro cuadrado de superficie y alrededor de 1000 habitantes. Está encuadrado entre los ríos Fluvià y Toronell, que se unen en este punto y bordean el pueblo. Sin duda, la característica más llamativa y que define a Castellfollit de la Roca es que se encuentra situado sobre una roca, al borde de un precipicio de más de 50 metros de alto. Desde fuera, la vista es tan impactante que da la impresión de que en cualquier momento las casas que se encuentran en la primera línea del precipicio pueden caerse sin previo aviso. Esta parte del pueblo es una de las más fotografiadas de Cataluña y también ha servido como modelo para numerosos cuadros y pinturas. La pared basáltica tiene casi un kilómetro de longitud y se originó por la erosión de los dos ríos que antes hemos mencionado, el Fluvià y el Toronell. Ambos, entre sus aguas, arrastraban los restos de lava de las erupciones volcánicas que tuvieron lugar hace millones de años, creando así esta maravilla de la naturaleza. Desde el pueblo se tienen unas magníficas vistas del valle de los dos ríos, como si se tratara de un mirador ubicado estratégicamente, con la diferencia de que se ha originado de forma natural. Esta lava que, poco a poco, fue llegando a la zona, se solidificó y dio lugar al basalto, una roca muy dura. Alrededor se construyó una cantera que, a día de hoy, sigue siendo la única cantera de basalto, que se extrae para el sector industrial y también para elementos decorativos como chimeneas o pavimentos. Una vez que se haya superado el vértigo, comienza la visita del casco antiguo de Castellfollit de la Roca, de origen medieval. Recorrer sus callejuelas y plazas es un agradable paseo mientras uno se imagina la importancia que tuvo este pueblo debido a su estratégica localización defensiva. El lugar desde el que se tienen unas mejores vistas es la plaza Josep Pla. Cerca de ella se encuentra la iglesia de Sant Salvador que, se intuye, que data del siglo XIII. Ha sido remodelada pero sigue manteniendo algunas de sus características originales. Fuera ya del casco antiguo está el reloj Sant Roc, en lo alto de un campanario, que marca las horas a todos los habitantes del pueblo. Existen varias teorías sobre el origen del nombre de Castellfollit de la Roca, algunas se basan en que en este lugar existió un castillo y otras afirman que no existió pero que la pared basáltica forma una silueta que parece la de una fortaleza. Como datos curiosos, el pintor Josep Berga i Boix inició en el pueblo su trayectoria artística, ya que veraneaba en él y dibujaba para ganar algo de dinero. Y también Castellfollit fue uno de los primeros pueblos en tener teléfono, en 1907 se instaló una red que lo comunicaba con las localidades de Olot y Begudà. ¿Te animas a caminar al borde de un precipicio en Cataluña?

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