Port Louis, capital del paraíso

Imágenes paradisiacas podemos encontrar en varios lugares del planeta, en el Caribe o en islas del Pacífico o del Indico, igual que en Mauricio pero esta isla tiene algo más. Junto a la variedad de su paisaje; las coloreadas tierras volcánicas de Charamel, las montañas y altiplanos del interior, la explosión de clorofila de su vegetación, sus kilómetros y kilómetros de playas; es, además, una amalgama de razas y credos. Su población tienen como seña de identidad la amabilidad y la sonrisa permanente. Debido a su largo pasado colonial es una nación de inmigrantes, compuesta, por chinos, indios tamiles y malabares, musulmanes, africanos, criollos y descendientes de los colonos franceses y británicos. Una sociedad ejemplo de perfecta armonía y convivencia en la que todos se sienten ante todo mauricianos. Si estamos saturados de sol y playa, una excelente idea es explorar la isla a costa de dejar de disfrutar, aunque sea por poco tiempo, de sus magníficos hoteles con sus playas privadas. Port Louis, su capital colonial y oriental, es la ciudad más poblada de la isla y se puede dedicar una jornada a conocerla. Comenzó como puerto, donde los holandeses habían establecido una pequeña guarnición, llamado “Turtle Bay” debido al gran numero de tortugas gigantes que había en la zona, posteriormente pasó a llamarse Port Louis con la llegada de los primeros colonos franceses y en honor al rey Luis XV. Sus calles reflejan la historia de la isla y las etnias que la habitan. Contrastan sus viejas casas coloniales junto a modernos rascacielos. Durante el día el bullicio invade el ambiente, en parte debido a su caótico tráfico pero ese ajetreo desaparece al atardecer y la ciudad recupera la calma y podemos pasear tranquilamente por ella. Merece la pena esta adentrarse en esta experiencia urbana en medio de un paraíso terrenal.