Playa de Gavieiru: un rincón virgen donde solo se oye el mar

Ir a la playa es uno de esos planes veraniegos que nadie quiere perderse para sentir que ha disfrutado de unas buenas vacaciones y del buen tiempo. Pero es cierto que, en ocasiones, hay algunos arenales tan masificados que cuesta encontrar un hueco en el que extender la toalla y relajarse un rato. Por suerte, todavía existen rincones vírgenes en los que pasar un agradable día de playa. Por ejemplo, la playa del Gavieiru.

La playa del Gavieiru es una joya poco explorada de la costa asturiana. También conocida como playa Gueirúa, forma parte del municipio de Cudillero y todavía conserva su estado más primitivo. Allí no hay carreteras cerca, ni tampoco chiringuitos ni sombrillas o tumbonas para alquilar. Lo que sí hay es naturaleza salvaje: acantilados, rocas afiladas, un mar embravecido la mayor parte del tiempo y un silencio que solo rompen las olas.

Quizá con estos pocos datos te hayas podido imaginar que la playa del Gavieru no es una de esas de arena blanca y agua transparente de color turquesa típicas caribeñas. Pero queremos confirmarlo: en esta playa no hay arena sino cantos rodados, así como formaciones rocosas que salen del agua como si fueran cuchillas de piedra.

Estas rocas se han ido moldeando por el paso del tiempo, con la ayuda del agua, la sal y el viento. Cuando hay marea baja y quedan al descubierto, el paisaje es verdaderamente increíble. También es el mejor momento para explorar las piscinas naturales de colores tan variados como son los ocres, los verdes y los grises.

Es cierto que no se trata de una playa cómoda para tumbarse a tomar el sol. Pero desde luego, tiene pocas que le hagan competencia cuando de lugares bonitos y salvajes se trata. Por eso mismo, es habitual que fotógrafos de diferentes sitios se acerquen hasta la playa Gueirúa para capturar su esencia.

Tanto ellos como cualquiera que quiera contemplar su belleza con sus propios ojos, eso sí, debe tener claro que llegar hasta esta playa requiere de un pequeño esfuerzo físico. Como decíamos unas líneas más arriba, no hay carreteras cerca, por lo que el coche se debe aparcar en Santa Marina o Campiello para después emprender una caminata de unos 20 minutos hasta llegar a este rincón de Asturias perfecto para desconectar.

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