GAUDÍ
El Palacio Episcopal de Astorga visto por dentro
Por fuera parece lo que es, un palacio. Un palacio casi de cuento que por dentro impresiona si cabe más que visto por fuera.

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Cuando visitas iglesias, catedrales, castillos, palacios… en definitiva edificios históricos, cabe que te fijes en su estilo, en su decoración, en su arquitectura pero también en su luminosidad o carencia de ella; es verdad que viendo el Palacio Episcopal de Astorga, obra y arte de Gaudí, no piensas tanto en la luz como en los cuentos y los hogares de príncipes y princesas pero, cuando lo visitas por dentro, lo primero que te sorprende es precisamente eso, su luminosidad; otro aspecto que seduce es la amplitud de sus espacios y su accesibilidad, es entonces, al fijarte en ese detalle, cuando recuerdas que se trata de un palacio modernista, no de uno de cuento ni un castillo pensado para guerra sino un Palacio Episcopal diseñado y construido a caballo entre el S.XIX y el S.XX.
¿Ya por fuera este palacio te recuerda a las catedrales góticas? Eso es porque el arte gótico sirvió de inspiración a Gaudí aunque lo tamizó a través de su creatividad única; es verdad que Gaudí no terminó el Palacio aunque, según decía el mismo, porque no se lo permitieron, lo cierto es que al morir el Obispo que le había encargado la obra, que era además amigo suyo personal, mantuvo desavenencias con el nuevo cabildo que dejaron el palacio sin terminar (sin terminar por Gaudí porque, como sabrás si lo has visitado, terminar se terminó años más tarde).

Poco después de verse terminado el Palacio Episcopal de Astorga se vio abandonado durante años pero ha sido objeto de una magnífica reconstrucción que nos lleva a verlo por dentro y maravillarnos ante su arquitectura, la amplitud de sus espacios y su magnífica luminosidad.
Cuatro son los niveles por los que pasearás una vez accedas al palacio: el sótano es discreto y recuerda más a los espacios propios de un castillo clásico de un palacio y cede su espacio hoy al Archivo Diocesano y al Museo Epigráfico de Astorga; la planta baja, que es la que da acceso al palacio, sorprende por su altura y sus grandes ventanas (de ahí la luminosidad…); aquí estaban las dependencias de la secretaría y la propia residencia del secretario además de otros espacios funcionales y pequeñas capillas ricamente decoradas con vidrieras y rosetones.

Claro que, más allá del vestíbulo central, lo más sorprendente y espectacular del interior del palacio es su planta principal o planta noble: empezarás maravillándote ante el vestíbulo central que da acceso al resto de espacios de esta planta por su bóveda y su decoración y ya no dejarás de sorprenderte estancia a estancia: del Salón del Trono a la habitación del Obispo y su despacho y de allí a las otras dos habitaciones que completan, junto a la capilla, esta espectacular planta. ¿Lo más espectacular? Te lo anticipamos ya, la luz… una luz que se cuela al interior del palacio a través de vidrieras que no podrás dejar de mirar.

La planta superior y la cubierta también merecen una visita aunque seguro que antes de abandonar el palacio querrás pasear al menos una vez más la planta noble...
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