España
Olite, una ciudad de cuento en Navarra
A 40 kilómetros de Pamplona, era la localidad predilecta de Carlos III
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El municipio navarro de Olite parece sacado de un cuento infantil, por su vistoso castillo, su ambiente y sus bellas calles medievales. El rey godo Suintila fundó la localidad hacia el año 620, más tarde los romanos amurallaron el recinto, Teobaldo II le otorgó ferias anuales en 1276 y, siglos después, Carlos III “El Noble” se encaprichó de la ciudad hasta tal punto que realizó en ella varias obras y transformaciones para convertirla en su sede favorita. Se encuentra a tan solo 42 kilómetros al sur de la ciudad de Pamplona, por lo que es el destino perfecto para aquellos que quieran aprovechar su estancia para conocer la zona. Pese a que su situación geográfica puede llevar a pensar lo contrario, Olite está bañado por un suave clima mediterráneo que aumenta las ganas de recorrer la localidad paseando tranquilamente entre sus calles. Esta característica ha forjado en Olite con el paso de los años una gran tradición vinícola, que se evidencia en el gran número de bodegas que existen, como las Bodegas Piedemonte, las Bodegas Marco Real o los vinos de Pago de Araiz. Por el Castillo de Olite han pasado reyes y princesas, y en 1925 fue declarado Monumento Nacional, siendo el ejemplo más importante del estilo gótico civil en Navarra. Sin duda, es el auténtico tesoro de la localidad, con su silueta esbelta y su apariencia casi fantasiosa. Aunque el edificio data del siglo XIII, el monarca Carlos III, junto a su esposa Leonor, lo ordenó transformar con pretensión de convertirlo en un palacio imponente, de hecho se decía que tenía tantas habitaciones como días el año. Adquirió un estilo de inspiración francesa y, además de crear jardines verticales en sus muros, albergó en sus terrenos –en los que el agua se conducía a través de un sistema hidráulico- animales exóticos como leones o jirafas. El Castillo-Palacio de los Reyes de Navarra era espectacular para la época y, a día de hoy, continúa conservando toda su majestuosidad. Las calles de Olite están custodiadas por casas de piedra con escudos de armas y en cada rincón se pueden admirar restos medievales como arcos góticos o blasones. Caminando por ellas nos encontramos la Iglesia de Santa María, de estilo gótico, que tiene un bonito claustro. En la rúa Mayor, la iglesia románica de San Pedro llama también la atención puesto que es la más antigua, aunque de su construcción original solo se conserva parte de la fachada. El Palacio Real alberga el Parador de Turismo y está adosado al castillo. El Convento de San Francisco y el Convento de Santa Clara son también dos de sus joyas artísticas. Además del Ayuntamiento, construido en 1950 con una forma semejante a una mansión y situado en la plaza Carlos III. La Puerta del Chapitel era uno de los dos puntos de acceso al recinto amurallado, haciendo también las funciones de casa del mercado y torre del reloj –con una mecánica construida por el relojero parisino Thierry de Bolduc-. La campana con la que cuenta, aparte de señalar las horas, daba el toque de queda cada noche con 40 campanadas. Olite tiene un encanto especial, una belleza que enamoró a reyes y sigue conquistando a todos los turistas que se dejan caer por la localidad. Su gastronomía es consistente y deliciosa, y está protagonizada por platos como la berza, la liebre, el cordero al chilindrón o los pimientos rellenos de bacalao. Cada mes de agosto, Olite celebra su Festival deTeatro Clásico, con actuaciones al aire libre, y también sus Fiestas Medievales. En ellas la localidad se llena de artesanos, titiriteros, trovadores, malabaristas y mercaderes de todo tipo, se celebran desfiles de reyes y princesas y también torneos entre caballeros. Y la primera quincena de septiembre, tiene lugar la Fiesta de la Vendimia, aunque siempre es un buen momento para disfrutar de Navarra.
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