Viaje histórico y de leyenda
La Mujer Muerta, la eterna guardiana de Segovia
Una gran leyenda entorno a la Mujer Muerta y una vigilia eterna sobre la ciudad de Segovia la convierten en uno de los símbolos de todos los segovianos, que nunca debe caer en el olvido. Repasamos su historia.
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No existen muchos puntos en la provincia de Segovia desde los que no se vea la silueta de la Mujer Muerta, como la eterna guardiana que, según las leyendas, ha sido siempre y que parece que siempre será.
La Mujer Muerta es, en esencia y sin entrar en la historia, una alineación montañosa que pertenece a la sierra de Guadarrama y que cuenta con varios picos de considerable altitud. No hay nada en estas líneas que pueda llamarnos la atención porque lo importante comienza cuando uno se fija en la forma de esta cadena montañosa: la de una mujer tendida.
Es relativamente fácil dar forma a la llamada Mujer Muerta pero, para que no haya confusión, iremos paso a paso. La Pinareja, el pico más alto (2.197) es la cabeza de la mujer; siguiendo la línea llegamos hasta Peña del Oso, el pico sobre el que tiene las manos cruzadas sobre el pecho, para terminar en el Pico de Pasapán, que corresponde a sus pies. Una silueta formada en torno a 11 kilómetros.
La Mujer Muerta ha terminado siendo, como os decimos, la eterna guardiana de la ciudad, de la provincia y una fuente inagotable de historia. Son pocos los segovianos que no han crecido escuchando las hazañas de la mujer que ahora vemos tendida sobre las montañas.
La leyenda más popular, la más aceptada y repetida, nos habla del sacrificio de una madre por sus hijos. Según se ha contado siempre, el origen de nuestra historia está en una tribu que habitaba donde hoy se encuentra el hermoso Alcázar, mucho antes de la llegada de los romanos.
El jefe de la tribu en cuestión falleció sin nombrar heredero a uno de sus dos hijos, a los que hasta entonces había unido una gran relación pero que desde ese momento comenzaron a disputarse el gobierno de su gente. La lucha creció y ambos terminaron formando un ejército que iba a enfrentarse al amanecer, en un combate a vida o muerte.
La madre de ambos, preocupada por el destino que les aguardaba y sin poder soportar la idea de perder a uno de sus hijos ni la violencia con la que se estaban enfrentando, se ofreció como sacrificio a los dioses. Esa noche hubo una gran tormenta y cuando el sol salió los dos bandos descubrieron que en medio del campo de batalla había aparecido una gran montaña que tenía forma de mujer.
Los hermanos reconocieron en ella la forma de su madre, entendieron el sacrificio que ésta había hecho y depusieron las armas. A partir de ese momento, gobernaron juntos la tribu a la que pertenecían y convirtieron a su madre, la Mujer Muerta, en la guardiana de la ciudad.
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