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FIN DE SEMANA EN ALEMANIA

10 imprescindibles si te escapas a Bremen

La ciudad de los Trotamúsicos es mucho más que una parada nostálgica en torno al cuento de los hermanos Grimm. Su historia medieval, su tradición gastronómica y una sabia reconversión artesana la convierten en una de las ciudades más interesantes de Alemania para una escapada de fin de semana.

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Cuando uno llega por primera vez a Bremen, espera sentirse inundado por el famoso cuento de los hermanos Grimm. Pero ni la ciudad se reduce a una mera recreación de la historia de los cuatro animales músicos, ni sus atracciones turísticas optan por este fácil recurso a cada paso. Es más, resulta mucho más arrebatadora la herencia hanseática, su tradición artesanal y portuaria, así como su gastronomía, que la alusión al cuento que, como todo lo bueno, se dosifica en pequeñas partes.

A raíz del establecimiento de vuelos directos entre Bremen y diferentes aeropuertos de nuestro país, son cada vez más los españoles que eligen esta ciudad como destino de una escapada. Si es corta y solo dispones de un par de días, nada mejor que seguir las 10 recomendaciones que hemos elegido. Tras visitarlas, no solo tendrás la sensación de haber exprimido la ciudad al máximo, sino también de la de que vuelves a casa enamorado de Bremen y con ganas de volver.

1. Es imposible no empezar una ruta por Bremen sin hacerlo en la Plaza del Mercado. Allí se concentran los edificios principales de la ciudad, como el Ayuntamiento con su maravillosa fachada gótica o el edificio de la Cámara de Comercio, así como la antigua farmacia principal o el actual Parlamento regional. La preside la no menos importante estatua de Rolando, símbolo de Bremen y noble guerrero a las órdenes de Carlomagno, nombrada Patrimonio de la Humanidad. Y a un paso, la estatua de los cuatro personajes del cuento, donde la foto obligada es cogiendo las patas del asno con ambas manos.

2. A pocos pasos se encuentra la Catedral de San Pedro, con dos grandes torres de 98 metros y un rosetón gótico impresionante. Fue reconstruida tras quedar el 62 % de la misma destruida tras la Segunda Guerra Mundial. En su interior se puede ver una cripta románica de la primera iglesia allí erigida, en el siglo VIII, así como un órgano del siglo XVII. Por cierto, si coincides con un concierto de órgano, no dudes en sentarte a escucharlo. Es sublime. Y de camino a la catedral, no dejes de echar una moneda en la tapa de alcantarilla musical que lleva en la plaza desde hace más de medio siglo, cuyo fin inicial era reconstruir Bremen y que ahora sigue manteniendo su carácter solidario.

3. Böttcherstrasse. La calle de los toneleros es una de las más especiales de la ciudad. Gracias a la patente del descafeinado, la familia de Ludwig Roselius comenzó un imperio empresarial, que pasó por la compra de los edificios de esta calle peatonal con encanto, en la que se han mantenido las construcciones modernistas y art decó, y en la que es posible degustar café de granos recién tostados o caramelos fabricados al momento en la Bremer Bonbon Manufaktur, además de ver y oír un especial carrillón a las 12 en punto.

4. La ribera del río Weser se corresponde con la Weserpromenade. Es un paseo tranquilo junto a barcos que recuerdan el pasado portuario y comercial de la ciudad hanseática, cuyo puerto actual está ahora más al norte, en Bremenhaven. Allí destaca un navío histórico que hoy es un restaurante, pero también varios transbordadores. Sin duda, un buen lugar para relajarse.

5. El Schnoor o barrio de pescadores es el origen de Bremen. Sus calles laberínticas y estrechas, propias del siglo XV, no permiten dudas sobre su origen medieval. Actualmente es uno de los rincones con más encanto para el turista, que puede comprar de todo en sus muchas tiendas de artesanías, pero también pararse a tomar una rica cerveza, un helado o lo que se le antoje. Si se quiere cenar allí, nada como el Die Katzen.

6. Aunque si hay que hablar de un restaurante histórico, ninguno como el Bremer Ratskeller, que se encuentra en los bajos del Ayuntamiento desde el comienzo de la construcción del mismo. No solo puede presumir de haber abierto sus puertas en 1405, sino también de poseer la bodega de vinos alemanes más grande del país, con botas del siglo XVII. Su menú cuenta con numerosas opciones tradicionales, y menús especiales si se viaje en Navidad o fechas singulares.

7. Y es que Bremen puede presumir de una gastronomía privilegiada gracias, sobre todo, a sus propias manufacturas. Allí tienen su propia firma de cerveza, la Beck’s, fundada en 1873. Pero no es la única bebida autóctona de la ciudad, ya que también es cuna cafetera de Alemania, con firmas como Kaffee HAG o la Lloyd Caffe. Y si a esto le añadimos los increíbles chocolates de la casa Hachez o los pasteles tradicionales de Lebkuchen, tenemos bastantes delicias bremenses para elegir.

8. La zona del centro histórico que se correspondía con la antigua muralla y fortificaciones, se ha convertido en un recoleto parque en el que poder pasear, hacer deporte, disfrutar de mil flores y paisajes... e incluso de un molino con las aspas en movimiento. Conocido como el parque del Muro, es perfecto para que los más pequeños jueguen y, también, para tomarse un respiro.

9. Hay que coger fuerzas para disfrutar del distrito más vibrante de Bremen: el Viertel Aquí abundan las cafeterías y bares de diseño, los lugares de marcha, los restaurantes étnicos... Todo un conglomerado de calles para salir, pasarlo bien y disfrutar. Los amantes de los cócteles pueden elegir entre decenas de tipos si no tienen ganas de cerveza y es posible dar la vuelta al mundo con sus mil sabores. En la zona oriental de la ciudad, a veinte minutos andando de la plaza del Mercado.

10. Al norte, perfecto para ir con niños, encontramos el Universum. Nuestra última parada es un museo interactivo de ciencia en la que la astronomía es la protagonista. Cuenta con 4.000 metros cuadrados de actividades y muestras dedicadas al espacio, nuestro planeta... y sus propias construcciones parecen futuristas.

Más información:
Turismo de Bremen

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