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España

Dormir en un castillo medieval en Salamanca

El Castillo del Buen Amor, del siglo XV, es hoy un hotel rural con mucho encanto

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Algunos rincones de Castilla y León aún son capaces de trasladarnos a la Edad Media y hacernos soñar con historias de amor cortés, con batallas y duelos entre caballeros, con fortalezas infranqueables y castillos medievales que escondían en su interior pasiones, ansias de victoria y anécdotas dignas de llenar decenas de pergaminos. Uno de estos lugares es el municipio de Topas, situado a poco más de 20 kilómetros de la ciudad de Salamanca. Dentro de él, en Villanueva de Cañedo, se erige un imponente castillo de estilo renacentista que data del siglo XV. Es el Castillo de Villanueva de Cañedo, más conocido como Castillo del Buen Amor, una construcción que llama la atención y convierte la silueta de la localidad en la estampa perfecta de cualquier relato de caballeros y damas. Durante sus primeros años, la construcción era una fortaleza militar y posteriormente, en 1447, el duque de Alba entregó el castillo a los Reyes Católicos. Años después pasaría a ser propiedad del Obispo de Fonseca quien lo convirtió en su residencia y vivió en él con su amante Doña Teresa de las Cuevas, con quien tuvo cuatro hijos. Más tarde, su primogénito sería legitimado. Por este motivo el castillo recibió este curioso nombre. Siglos después, y tras una reconstrucción, el castillo se ha convertido en un hotel que ofrece a todos sus huéspedes una experiencia única capaz de trasladarles a otra época. Sus salones aún destilan aún la majestuosidad para la que fueron diseñados, su biblioteca, acogedora y auténtica, guarda tesoros literarios bajo la atenta mirada de una gran chimenea. No en vano el Castillo del Buen Amor fue declarado Bien de Interés Cultural en 1931. Este alojamiento de cuento tiene en su interior 41 habitaciones repartidas entre torreones, que ofrecen una tranquilidad absoluta entre paredes de piedra y armaduras. Su elegante decoración, en la que se ha cuidado hasta el más mínimo detalle, convierte cada estancia en un rincón acogedor e íntimo que facilita el descanso. Tapices, vigas de madera, detalles de arte mudéjar… cada uno de los detalles de sus pasillos y habitaciones logran recrear un ambiente medieval único. Y, qué mejor lugar para deleitarse con la cocina tradicional castellana que las antiguas caballerizas del castillo, hoy en día reconvertidas en un restaurante abovedado.  En su carta se proponen platos típicos de la zona elaborados con los mejores productos de mercado que sorprenderán a cualquier paladar, como las croquetas o el tataki de buey de kobe. Además, sus alrededores ofrecen numerosas actividades de turismo rural: visitas a bodegas cercanas, paseos a caballo, deportes al aire libre e rutas guiadas por capitales como Salamanca o Zamora. Pero, aquellos que no quieran moverse de tan codiciado destino, pueden pasear por los viñedos que rodean el castillo, caminar por sus jardines, bañarse en su piscina si el tiempo lo permite –ubicada en lo que antes era el foto-, perderse durante un rato por su laberinto francés e incluso escuchar las curiosidades y leyendas que se han forjado con el paso de los años. El personal del hotel y la familia Fernández de Trocóniz, propietarios del Castillo del Buen Amor, estarán encantados de relatar las numerosas historias que han acontecido en este exclusivo alojamiento. Todo ello sin dejar de disfrutar en ningún momento de las increíbles vistas que muestran todo el esplendor de los campos castellanos.

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