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Desde Castelo de Vide hasta Beja

Descubriendo el patrimonio alentejano

El Alentejo tiene una clara vocación de turismo activo y natural. La belleza del paisaje invita a pasear a pie o en bicicleta. Recorremos, a ritmo de mapa, una de las regiones más auténticas de Portugal.

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Nuestra ruta por el patrimonio alentejano comienza en Castelo de Vide, una pequeña localidad conocida como la ‘Sintra del Alentejo’ por sus jardines y su arquitectura. Además de visitar su judería y sus muchas iglesias, merece la pena detenerse frente a cualquiera de las fincas del siglo XVIII que motean sus colinas.

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Muy recomendable parar en Marvão, ya desde lejos se ve en lo alto la fortificación y el pueblo, que a mil metros de altura se asemejan al nido de un ave de colosales dimensiones. Pasearás por el sendero circular de 7,7 kilómetros que une Marvão con Portagem, siguiendo el rastro de calzadas milenarias ubicadas en el punto más alto del Alentejo. Esta villa amurallada se conserva prácticamente intacta, hecho que la convierte en uno de los enclaves más bonitos de la región.

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Cerca de aquí, a tan sólo una hora en coche, Elvas sorprende gracias a su oferta monumental, gastronómica y cultural. De visita obligada, la ciudad cuenta con el mayor conjunto de fortificaciones-baluarte del mundo, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde año 2012, e incluye, entre sus principales atractivos, un acueducto, el acueducto de Amoreira, de 40 metros de altura.

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Dejando de lado Estremoz, ciudad de vestigios barrocos en donde comienza la ruta del Mármol, y Borba, famosa por sus vinos, llegamos a Vila Viçosa, una de las urbes con más encanto del Alentejo. Los trabajos de mármol de las fachadas de sus iglesias y por supuesto, del fastuoso Palacio Ducal y de los conventos de los Agustinos y de las Llagas, son espectaculares (en los alrededores existen más de cien canteras de mármol). La ruta puede completarse con la visita de Arraiolos, conocida más allá de las fronteras de Portugal por sus maravillosos tapices.

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A escasa media hora se encuentra Évora, otra ciudad de innumerables historias, cuyo centro histórico fue nombrado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1986. Su patrimonio arquitectónico es tan omnipresente que guía los pasos de aquellos que quieran descubrir la ciudad sin mapas. Se necesitará más de un día para saborear Évora y no perderse detalle. La muralla que rodea la ciudad está perfectamente conservada y en el centro todavía puede respirarse ese aire medieval mientras se camina por sus calles empedradas. Entre sus monumentos más destacados se encuentran el famoso templo de Diana y la capilla de los Huesos.

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Nuestro recorrido continua por los municipios de Granja - Amareleja, Moura, Reguengos de Monsaraz y Vidigueira, que además forman parte de la ruta de los Vinos, y continua por la denominada ruta del Fresco, por Viana do Alentejo, Alvito y Cuba; un viaje del siglo XV al XIX a través de los murales pintados en capillas, ermitas e iglesias.

Antes de llegar al parque natural del valle del Guadiana y dejar que el tiempo vuele en plena naturaleza, merece la pena desviarse hacia Beja y disfrutar del singular cante alentejano, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

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Como visita obligada proponemos Pulo do Lobo y el conjunto formado por la Mina de S. Domingos y la playa fluvial de Tapada Grande. Fuera del Parque Natural, no dejes de ver el bellísimo tramo de río que se extiende río arriba, entre Pulo do Lobo y el embalse de Pedrógão.

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