ESCAPADA PARA LOCOS DEL MOTOR
Curvas y desfiladeros en la ruta de las 1.000 kasbahs
El desfiladero del Dadès es uno de los lugares más impresionantes de Marruecos y conducir por su carretera, que sortea la altura de las montañas haciendo decenas de curvas, todo un desafío para los amantes de la carretera.
Publicidad
Desde la ciudad de Ouarzazate surgen algunas de las rutas más interesantes del centro de Marruecos. Una de las más famosas es la que ha sido bautizada por muchos como 'La ruta de las mil kasbahs', ciudadelas del siglo XIX en su mayoría, construidas en adobe y barro y que protegían a las caravanas del desierto y a los habitantes de esta zona del Atlas. Algunas, como la de Skoura, brilla por su estado y conservación, con cuatro torres defensivas y tradicionalmente habitadas por familias bereberes de importancia, con laberintos de palmeras y que son todo un oasis.
Para conocer esta, así como la de Boumaine, Kelaat M’Gouna y muchas más, no hay nada como alquilar un vehículo todoterreno y lanzarse por unas de las carreteras más apasionantes para los que aman más el recorrido que el destino en sí. Y es que pocos locos por las curvas y la adrenalina en la conducción se podrán resistir a no ponerse al volante a la hora de cruzar el desfiladero de la garganta del Dadès, una de las carreteras más apasionantes desde el punto de vista del piloto de todo el norte de África.
Considerada una de las rutas escénicas más importantes del mundo, la de 'Las mil kasbahs' tiene allí su punto culminante. Es como atravesar el gran cañón, pero entre paredes muy estrechas, donde parece mentira que hayan podido llevar a cabo esa obra de ingeniería para que los coches puedan sortear el valle.
El camino parte de Ouarzazate y toca dirigirnos al este, hasta Tineghir y la garganta de Todra. Si el tiempo lo permite, también es posible realizar rutas alternativas a la vía principal que hace posible conducir por caminos de tierra y no solamente los asfaltados. Es un buen modo de ver el valle del Dadès, que ahora en invierno se muestra incluso nevado los días de mayor frío, a pesar de encontrarnos en pleno desierto. El silencio es impresionante.
La forma más sencilla de llegar a la garganta del Dadès es desde el pequeño pueblo de Boumalne, a 116 km. al noreste de Ouarzazate y 53 km. de Tinerhir. El recorrido tiene una longitud de 63 km. y nuestro punto final será Msemrir, unas dos horas de viaje en las que cortaremos el Alto Atlas, veremos el río Dadès y tendremos la oportunidad incluso de ver campos de avellanos, almendros y todo tipo de formaciones rocosas. A lo largo del camino, como el nombre de la ruta indica, tampoco nos faltarán las ciudadelas de adobe, muchas de ellas visitables.
Eso sí, tendrás que extremas las precauciones, ya que el estado del firme no siempre será el ideal (se trata de la carretera R704). Buena parte del recorrido está bastante deteriorado, por lo que no es aconsejable una velocidad elevada. Es por ello que los meses más recomendables para recorrerla son de marzo a mayo, cuando las temperaturas son más suaves, pensando en caso de accidente o de avería.
Si preferimos quedarnos cerca de Ouarzazate, y no llegar a la garganta, no faltarán localizaciones. Cerca se encuentra la ciudad fortificada de Kelaât M’Gouna, donde el valle toma la denominación de Valle de las Rosas (esta localidad es famosa por la fabricación de agua de rosas). A algunos kilómetros, Skoura y su palmeral; y como colofón, Ait Ben Haddou, su ksar y sus aldeas bereberes.
Más información:
Turismo de Marruecos
Publicidad