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Rincones de España

Conoce a la guardiana de Ávila: la Ermita de la Virgen Sonsoles

Ávila es una ciudad con encanto, qué duda cabe, pero si llevamos la vista más allá de sus murallas encontraremos otro lugar de esos en los que a uno no le importa perderse durante horas: la ermita de la Virgen Sonsoles.

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Si habéis tenido la oportunidad de visitar Ávila, entonces sabréis de qué hablamos al asegurar que es una ciudad con un encanto especial. Una ciudad pequeña que te recibe con los brazos abiertos y que parece convertirte en uno de los suyos desde el primer momento en que pones un pie en ella y recorres las calles que se enredan con esa muralla digna de ver.

Y si habéis pasado unos días en la ciudad, sabréis que muchos avilenses tienen por costumbre recorrer un sendero de gran pendiente no apto para cobardes pero que tiene su sentido. Y es que sobre el Valle Amblés se encuentra la Ermita de la Virgen Sonsoles, de Nuestra Señora de Sonsoles, vigilando Ávila.

La Ermita es la guardiana de Ávila. Desde allí, uno puede contemplar la ciudad como si ésta hubiera quedado a sus pies, dispuesta para ser admirada, fotografiada, piropeada. Pero la magia de este lugar va más allá de las impresionantes vistas que nos ofrece de la ciudad castellana.

La historia de la Ermita se remonta al siglo XV y en esa historia encontramos parte del interés que esta iglesia suscita. Cuenta la leyenda que la Virgen Sonsoles es capaz de cumplir los deseos más profundos que albergan los corazones de las personas que van a visitarla; esa es la razón por la que, en un extremo de la Ermita, hay un pequeño cuarto donde se guardan las ofrendas que a lo largo de los años ha recibido la guardiana. Resulta sobrecogedor quedar frente a la fe de tantas personas que han pasado por allí y que se sienten, como lo siente la propia Ávila, que la Virgen Sonsoles es su guardiana.

Y aun hay más. Aunque es indudable que la espiritualidad que envuelve el lugar es su mayor fuerza, el valle sobre el que se encuentra es igualmente hermoso. La Ermita y sus alrededores conforman un lugar tranquilo al que escapar cuando sientes que llevas la ciudad sobre tus hombros. Tiene ese encanto de los lugares pequeños, recogidos, que parecen hechos para una familia en concreto que sin saber cómo termina siendo la tuya.

Un consejo: siempre que tengas la oportunidad de visitar Ávila, no dejes de empaparte de este lugar. Querrás volver.

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